XX: Cual eclipse solar (Pt. I)

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«...Nuestra próspera Giannir se enorgullece una vez más de sus mayores riquezas: sus hermosos paisajes, desde la cordillera de Arcchën que atraviesa a Beyla, hasta sus lagos en Valeres, junto a todos sus castillos que han sido principales testigos de la historia de Therina desde tiempos tan antiguos como la primera alianza. Sus triunfantes puertos, que son un pilar fundamental para el empleo en el país, y por supuesto, de su noble y excelso duque, Frederick, y sus tres herederos: la tan valiente como hermosa Annarieke, el ingenioso y siempre cordial Benedikt, y no menos especial, la dulce y angelical Krisel...». —Mallory hizo a un lado el periódico, con una sonrisa ladeada al ver en la zona de estribor del ferry a Annarieke rodeada por el resto de personas que viajaban hacia Amaravas en el transbordador.

Todos querían hacerle preguntas o tomarse fotos a su lado, y la joven aceptó, riendo nerviosa, y preguntándose cómo la última vez que viajó de regreso a Giannir pudo mantener un perfil bajo.

—¡Princesa Annarieke! ¿Es verdad que de su nueva espada salen llamas? —preguntó emocionado uno de los niños pasajeros.

—Sí, pero sería muy peligroso si lo hiciera aquí —explicó la caballera con amabilidad.

—Parece que se ha vuelto más popular, ¿segura que podrás soportarlo? —preguntó Ludwig a Mallory en un tono burlón.

—Seré fuerte —rio la bruja, volviendo a abrir el periódico para seguir leyendo la misma noticia—. «Como en todos los años, una vez más el ducado de Giannir se complace en ofrecer su baile del fin del ciclo, del cual se obtienen importantes recaudaciones para el mantenimiento de escuelas, bibliotecas y otras grandes obras que la casa real Zavet ha ofrecido a lo largo del mandato de su dinastía, con la intención de hacer brillar más nuestra nación...».

—No podría importarme menos que gente rica le pida dinero exclusivamente a más gente rica para hacer obras, ¿pero qué se supone que hacen entonces con los impuestos del resto del país?

—Aquí vamos de nuevo... —suspiró Heinrich, rodando los ojos.

—¡Es una pregunta importante! —aseguró Ludwig, cruzándose de brazos.

¡Oh, dulce hogar! —Annarieke llegó hacia la proa, observando la vista y sintiendo la brisa fría tan familiar de Giannir en sgrior.

Por cortos ratos nevaba en el país del norte, y se mantenía en una frescura constante y un cielo de un gris azulado que se sentía mucho mejor que las constantes lluvias en Orevia.

—¿Conseguiste librarte de todos tus admiradores? —inquirió Ludwig.

—Veo que no ha demorado en hacerse noticia que tienes una nueva arma, así que seguramente Hayden ya debe estar en problemas —acotó Mallory con un tono inocente, pero su sonrisa demostraba malicia a la vez.

Annarieke asintió ante la pregunta de Ludwig, a la vez que se acercaba hacia la bruja, tratando de colocar algunos mechones de su rojizo cabello detrás de sus orejas, observándola con cariño y preocupación a su vez.

Voluntad de hierro (El juramento de los guardianes I)Where stories live. Discover now