Epílogo

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EPÍLOGO

Al final se hizo justicia.

La grabación del asesinato de Dylan fue prueba suficiente para declarar a Scott culpable, por lo que recibió lo que merecía y fue preso, condenado en cadena perpetua por asesinato y estafa.

Luego llegó una confesión anónima a la estación que detallaba la verdad sobre la noche en la que había muerto Cindy, la chica del complejo. Ella no se había suicidado. Scott la había empujado por la ventana, porque había sido una de sus víctimas de estafa.

Tal vez la había enviado Dylan. Tal vez la había enviado Ruby, pero lo seguro era que tanto ella como Lisa se sentían sumamente aliviadas. Scott había salido de sus vidas de manera definitiva, y ahora se encontraban en un proceso de sanación donde necesitaban pensar sobre su futuro y dejar atrás el pasado.

Así que decidieron devolver el dinero que Dylan le había quitado a Scott.

No les pertenecía y lo sabían, por lo que se lo devolvieron de manera anónima a todos los que perjudicaron con los juegos de Scott, con excepción de Keanu a quien le devolvieron todo en efectivo y en persona.

Sabían que para sanar también necesitaban perdonarse, por lo que, juntas visitaron la tumba de Cindy.

Le hablaron a su lápida y sintieron una sensación indescriptible, de otro mundo. El contacto con Dylan las había conectado con una sensibilidad particular, diferente, más allá de lo cotidiano que estaban acostumbradas a vivir hasta ese momento.

Como si en verdad ella las estuviera escuchando, le pidieron disculpas por todo lo sucedido. Prometieron que nunca más iban a permitir que sucediera algo así de nuevo. Ella no debería haber pagado por los errores de otros. Ese día lloraron de la mano desde que fueron al cementerio y todo el camino de vuelta a sus apartamentos.

No hablaron mucho, pero la conexión de gemelas que tenían les servía para acompañarse y saber lo que la otra estaba sintiendo. Estaban, a pesar de todo, felices de sentirse cercanas nuevamente.

Al volver al complejo se juntaron con Keanu y Nitty, una pareja que se fortalecía cada día más. Keanu estaba aprendiendo a confiar en sí mismo y en el vínculo de ambos. Nitty también estaba aprendiendo de Keanu.

Los cuatro se sentaron en el sillón, a punto de mirar una película. La verdad es que necesitaban relajarse y disfrutar de la distracción que ofrecía la ficción. Por un momento iban a mirar una historia que, seguramente, no llegaría ni a la mitad de extraordinaria de todo lo que acababan de vivir. Sin embargo, eso era lo que necesitaban, que lo fantástico y sobrenatural perteneciera a la televisión y a los cómics. Querían volver a la calma, a la vida de un veinteañero convencional.

Ruby miró a su gemela algo abrumada y se lo preguntó por lo bajo:

—Hermana, ¿estás bien?

Lisa le sonrió.

—Lo estaré. 

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora