Capítulo 23

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DYLAN.

Dylan esperó hasta que Keanu y Nitty salieran de clases para poder regresar juntos al Knickweg. 

Mientras caminaban, Nitty demostraba su ánimo por el fin de semana con ideas para hacer juntos. Keanu la oía, no tan devastado por el rompimiento con Aria. Ni ella ni él sabían que Dylan los miraba y solo pensaba en el trabajo que les había dedicado para que llegaran a unirse, para que Nitty entrara en la vida de Keanu de esa forma tan alegre, ayudándolo. Ahora nacía una complicidad entre ellos, y pronto, si todo resultaba como lo planeado, nacería algo más. Si ya medio rozaban sus brazos en ocasiones durante la caminata, lo que faltaba era que surgiera un beso... 

—Dylan, pasaremos un rato en el bosque, ¿vienes? —le preguntó Nitty, radiante. 

Y justo ahí estaba. Justo ahí podía suceder eso. Era la oportunidad perfecta. El impulso no saldría de Keanu, saldría de Nitty, pero era lo menos importante. Ellos iban a conectar.

—Esta vez no —se excusó Dylan.

Nitty y Keanu comprendieron y se fueron en dirección contraria. Dylan avanzó hacia el edificio. Mientras subía las escaleras sintió satisfacción porque la mitad de su misión estaba completa. Solo quedaba la otra mitad, pero sería mucho más oscura, mucho más desgastante y más difícil para él, por lo que en ese instante lo que necesitaba era vaciarse de las energías que había tomado de otras personas. Eso lo haría a solas, en su habitación, con su habitual meditación, esa en donde pasaba horas solo sentado sin mover ni un músculo.

Apenas entró a su apartamento se detuvo un momento ante el collage de fotografías que había armado en la pared de su sala de estar. Le había dicho a los demás que eran solo fotos puestas ahí para trabajar en su tesis de microgestos, pero en realidad este collage era un mapa de su misión... 

Paseó la vista por las fotos estilo “close up”, y a medida que fue enfocando, se posó en una que mostraba   una parte de Ruby, luego otra de Nitty, y finalmente otra de Keanu, su mente comenzó a trabajar al ritmo celestial: Acción – Reacción – Intuición – Correlación – Destino. Su perspectiva se amplió de forma sobrehumana para permitirle ver en un plano superpuesto algunas letras que pertenecían al alfabeto celestial formarse bajo cada uno : P, K, A.

 Su perspectiva se amplió de forma sobrehumana para permitirle ver en un plano superpuesto algunas letras que pertenecían al alfabeto celestial formarse bajo cada uno : P, K, A

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Recordó todo lo que sabía de ellos con una visión. Vio fragmentos de sus vidas, pasados y personalidades como si él fuese espectador de una película. Los conoció de nuevo y los organizó porque eran parte de su mapa y dos de ellos debían conectarse, otros estaban predestinados a algo y otros eran al mismo tiempo antagonistas: A Keanu, el niño al que siempre habían dejado de lado en todos los grupos y por eso se refugiaba en la tecnología le asignó una P; Nitty, todo lo contrario, siempre rodeada de amistades a penas sabía encender un celular también recibió una P; mientras que Ruby, la que debía depender de alguien, una K; y finalmente Scott, el que debía manipular para sentirse estable, una A;  pero Lisa… 

La mirada de Dylan se detuvo en la fotografía de ella. De forma brusca su centro se desvió de lo celestial y las letras que se iban trazando ante sus ojos, se paralizaron. Todo flotó detenidamente, y él generó de nuevo esa extraña transportación mental que manejaba a la perfección.

Aunque de repente algo sucedió sin que él lo deseara. Dejó de sentirse dentro del apartamento “maldito”. Su consciencia aterrizó bruscamente en otro lugar y en otro tiempo. Se encontró en una casa que no reconocía, dentro de un cuerpo que no dominaba, tendido sobre una cama. Solo podía ver ciertas cosas de la habitación: la mesa de noche, la ventana cubierta por la cortina, las paredes bañadas por una siniestra luz anaranjada que ondeaba, y la puerta abierta hacia un pasillo oscuro. Lo curioso: la habitación era calurosa. Mucho. De hecho, unas ondas de calor golpeaban la piel de sus brazos. Y él sentía miedo. Un pánico helado, porque a su lado dormía alguien más. Alguien que sentía importante para él, y que aunque quería ver, no podía, porque estaba tan paralizado que no le era posible girar la cabeza.

Pero quería, así que lo intentó con todas sus fuerzas. Y lo intentó. Y lo intentó. Y lo intentó. Hasta que de pronto, justo cuando creyó que iba a lograr ver quién estaba a su lado, un destello lo jaló hacia atrás. Volvió al cuerpo de Dylan y al Knickweg con un parpadeo y un brusco ataque de tos. Frente a él, el alfabeto celestial y el plano de observación espiritual habían desaparecido. Dylan de nuevo vio el mundo con normalidad, aunque no logró entender qué había pasado...

¿Qué eran esos fragmentos de vida? ¿De quién?

Miró la foto de Lisa de nuevo con unos parpadeos. La regresión había detonado al verla. ¿Acaso ella tenía algo que ver? De lo que estaba seguro era que no entendía muy bien qué le estaba ocurriendo con ella. Sentía como si tuviese una enfermedad que pronto podía desvanecerlo. Y no era bueno eso que estaba sintiendo, porque lo afectaba físicamente y él no podía olvidar que debía cumplir su objetivo como estaba establecido. Un Celestial llegaba, lograba su meta y desaparecía para seguir el ciclo. Nada más.

Aunque… la idea de ya no ver a Lisa luego le produjo cierta inquietud, algo parecido a la pena y a la incertidumbre. ¿Cómo lo tomaría ella al enterarse que él se había ido sin despedirse siquiera? Realmente le perturbaba la idea de lastimarla….

Soltó un suspiro. Tenía que alejar esas dudas y comportarse como lo que era: un conector que lograba que las cosas del mundo funcionaran mejor; él no era ni un bus, ni un auto, ni una bicicleta, solamente tendía puentes para que estos vehículos avanzaran. 

Volvió a invadirlo un suspiro de ese malestar que no comprendía, y sintió que a través de las cámaras, Scott lo estaba observando. Fue extraño, nuevamente se sintió vulnerable, incómodo. Dejó de ver las fotografías y salió al pasillo del departamento. Allí volvió a sentir la presencia de Scott, siguiéndolo por las cámaras del complejo. El malestar fue creciente. Atravesó la fila de departamentos y se dirigió a la parada del bus ubicada al girar la esquina, en la entrada del complejo Knickweg. Allí se quedó parado, esperando recuperarse.

Tal vez los Celestiales eran seres complejos, pero no tenían un oído sobrehumano, así que Dylan se dio cuenta de que alguien venía hacia él por detrás solo cuando ya era muy tarde.

Justo cuando su reflejo automático le hizo darse vuelta, alguien le lanzó un golpe a puño cerrado en la cara. El impulso del puñetazo empujó a Dylan hacia atrás. Habría perdido el equilibrio de no ser porque su atacante, más rápido y más ágil en eso de pelear, lo jaló por la camisa y le asestó otro golpe en la cara. Con eso, Dylan sí cayó al suelo, desorientado, sintiendo como si le hubiesen dado en los huesos del rostro con una piedra.

A partir de ahí el atacante, al que claramente no conocía, siguió golpeándolo. Le dio patadas, puñetazos, golpes en el estómago, toda clase de agresiones sin compasión.

No, los Celestiales no tenían un oído poderoso, pero tenían la habilidad de saberlo todo sobre alguien al contacto, así que Dylan leyó su alma y su existencia, y consiguió respuestas: el tipo era un enviado de Scott. Scott le había pagado para que hiciera eso.

Decidió entonces no defenderse a pesar del dolor. Dejaría que Scott lograra su cometido y luego respondería a su manera.

 Recibió un último golpe, y todo se oscureció. 

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora