Capítulo 15

37.4K 6.5K 2.6K
                                    

SCOTT. 

Scott estaba listo para espiar por las cámaras instaladas en el apartamento de Dylan y sacar información que lo ayudara a armar un plan.

Se suponía que Ruby debía acompañarlo, pero había recibido un mensaje suyo diciendo que no se sentía bien y que debía quedarse en cama. La rara actitud de Ruby no le gustaba nada, por lo que decidió que darle espacio al menos veinticuatro horas podía ayudarla a centrar la cabeza.

Ahora todo el trabajo dependía de él , y estaba listo con un pack de latas de cerveza para no aburrirse demasiado. Estiró las piernas sobre su sofá con comodidad, se colocó la laptop sobre el regazo y dio doble clic al programa de transmisión de las cámaras. Mientras esperaba que la ventana cargara y mostrara las imágenes en vivo, abrió una lata y dio un trago.

Justo cuando el líquido pasaba por su garganta, en donde debía aparecer la habitación, aparecieron varios ojos humanos, perturbadores, bien abiertos, en zooms tan perfectos que se veían los iris de diferentes colores y las pupilas de diferentes tamaños.

Scott casi se ahogó del susto. Tragó rápido y tras eso lo atacó una tos. Miró, confundido, la pantalla para entender qué demonios estaba mirando. 

Eran fotografías. Los ojos, que se le hacían extrañamente familiares, eran solo imágenes, cada una adheridas a una cartelera que estaba colocada en un punto de la habitación de Dylan de tal forma que quedaba de frente a la cámara oculta.

Él no recordaba haber visto eso antes.

Al menos en el resto del dormitorio no había nada diferente. La cama estaba vacía, así que con el mal sabor del collage de ojos, pasó al cuadro de transmisión de la cámara instalada en la sala de estar. Tampoco había nadie. Dylan había salido.

Sin nada interesante que ver u oír, a Scott se le ocurrió revisar las grabaciones pasadas para saber qué se había perdido cuando no estuvo mirando. Descubrió que la noche anterior, Dylan había armado la cartelera con las fotografías de los ojos, al parecer para algo de su tesis. También vio que el tipo no hacía demasiado: dormir, manipular su cámara, ordenar fotos, apuntar la cámara por la ventana, bañarse…

“Este tipo es muy raro”, pensó Scott, porque dentro de lo poco que hacía como rutina había algunas cosas extrañas. 

Por ejemplo, durante la mañana se había sentado en medio de la sala con las piernas en posición de indio, las manos sobre las rodillas, el torso rígido y los ojos cerrados. Después nada. Había permanecido en esa posición por dos horas, sin mover ni un músculo ni hacer ningún ruido, solo serenidad absoluta. Luego se había ido sin siquiera desayunar.

Entre grabaciones llegó a la primera que había hecho la cámara. Al parecer, había sido justo cuando él la activó. Se veía a Ruby arrodillada, espantada, con el celular en las manos temblorosas, intentando llamarle para decirle esa ridiculez sobre que había visto a Cindy en una de las fotografías que se encontraban en el suelo.

Nada más oír cómo Ruby intentaba convencerlo de que era algo real, le causó cierto malhumor. ¿Cómo se le ocurría sacar ese tema ahora? No lo entendía. No comprendía qué demonios le estaba sucediendo a su Ruby o por qué… 

Scott detuvo sus pensamientos y con rapidez pausó la grabación.

¿Qué…?

Se quedó mirando fijamente la imagen congelada. Había captado algo. Había sido oscuro, veloz y fugaz, como cuando el ojo humano percibía a un mosquito volar en frente y desaparecer tras el parpadeo. Solo que no estaba seguro de que fuera un mosquito. Tuvo la ligera impresión de que era una sombra, pero en su mente era indeterminable. Nada más sabía que había sucedido detrás de Ruby, que había sido muy extraño y que le había despertado la curiosidad.

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora