Capítulo 10

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SCOTT

Scott tenía una gran idea.

Bueno, siempre tenía grandes ideas, pero esta era la mejor idea del puto mundo. 

Finalmente, después de tantos intentos había logrado acceder a las cámaras de seguridad del Knickweg. Sin caber de la emoción había trasnochado viendo el incesante ir y venir de los inquilinos hacia sus apartamentos. Eso le hizo sentir que podía saber cada paso de cada persona y ahí se le había ocurrido el nuevo plan. Ahora sabía exactamente qué hacer. Solo faltaba decírselo a Ruby, y ya iba en camino a concretarlo.

Sabía que Ruby diría que no, porque a veces se ponía tonta y porque en cierto modo era como ir por el mismo camino en el que estaba la misma piedra con la que ya habían tropezado, pero a la mierda. Ella había fallado con lo de Dylan, ¿no?

Era obvio que había que hacer algo diferente. Además, si él lo ordenaba debía hacerse. A fin de cuentas tenía el control, la última palabra, y conocía los métodos para conseguir lo que quería. Y lo que quería ahora era que Ruby lo ayudara con el inicio del nuevo plan.

Llegó a la sección del campus en la que, como él le había pedido en un mensaje de texto, Ruby debía de estarlo esperando. La vio sentada en uno de los bancos con su móvil en mano y la mirada fija y absorta en la pantalla. Para quien pasara por ahí parecería una simple chica observando su celular, pero Scott logró percibir que algo raro tenía.

¿Y ahora qué carajos le pasa?, se preguntó con hastío.

Ruby tenía el espeso cabello rojo muy revuelto nada peinado, también unas leves ojeras y no llevaba nada de maquillaje. Fumaba compulsivamente al tiempo que se mordía la uña del pulgar con nerviosismo. En conclusión: le pasaba algo, pero no era bueno y posiblemente iba a complicarle la tarea de convencerla del plan.

Tomó aire para reunir paciencia y se le acercó rápido. Sin avisar se le sentó a un lado en la banca. Notó que Ruby se sobresaltó un poco por su repentina aparición como si la hubiera sorprendido en algo malo, pero al reconocerlo se tranquilizó. Como gesto natural, él le dedicó una gran sonrisa.

Dato: usaba mucho su sonrisa con Ruby porque ya había descubierto que eso bajaba su guardia y la hacía sentirse en mayor confianza con él.

—Hola, preciosa —le saludó, muy animado.

—Tardaste mil años —resopló Ruby con algo de irritación.

—Y tú me esperaste sin moverte, qué tierna. —Scott le pellizcó la barbilla en un gesto juguetón y forzó un tono conmovido.

Ruby le manoteó la mano para que la alejara de su cara. Ante eso, Scott soltó una risa. Ese tipo de actitudes bruscas eran normales entre ellos y a él le encantaba, porque por más de que ella se hiciera la dura, siempre, de cualquier forma, terminaba rindiéndose ante él y dándole la victoria. Cada uno tenía muy en claro su lugar y su papel.

—¿Tienes alguna novedad? —le preguntó.

—Ya le pedí el dinero a Keanu —informó Ruby.

Scott sonrió con satisfacción.

—¿Te dijo que sí?

—Estoy esperando la respuesta —suspiró ella con hastío—. Ahora dime para qué pediste que te esperara aquí.

Scott ladeó la cabeza y pestañeó, fingiendo desconcierto.

—¿Es que tienes prisa? —le preguntó—. ¿Debes hacer algo más importante que estar sentada aquí conmigo?

Ruby giró los ojos.

—Scott...

—¿O estás enojada? —le preguntó también.

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora