Capítulo 29

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DYLAN

Era Dylan quien estaba ahí, solo que no con el mismo aspecto que ellas conocían. Lucía totalmente distinto e irreconocible ante cualquier ojo humano. Aunque no del todo irreconocible para ellas porque la verdad era que ya lo habían visto antes en esa forma.

Era un hombre con un tono de piel más oscuro, el cabello lleno de ondas color caramelo y los ojos iguales a la miel. Sus rasgos eran atractivos y su contextura algo atlética. Inspiraba confianza, como si al solo verlo se supiera que era un tipo agradable, con el que se podían tener una gran amistad. Sin embargo, ocultaba ese brillo característico de un Celestial como Dylan, al que las gemelas ya estaban acostumbradas. Esa apariencia era su ser original, la persona que realmente había sido antes de convertirse en un Celestial. Bajo su propia manipulación para no ser descubierto, ahora tenía un aura común, de un humano normal.

A ambas les resultó familiar, y Dylan contaba con eso a su favor para que aceptaran lo que iba a proponerles. El recuerdo de ellas de haberlo visto era en distintos lugares y distintos momentos: Lisa lo había visto en Knickweg, la noche de la muerte de Cindy. De hecho, ella tenía ese momento en su mente en ese instante. Cindy tendida en el suelo luego de caer por la ventana, la gente a su alrededor y esa persona que de repente se acercó para comprobar si la chica seguía aún viva. Esa persona que se había agachado y examinado el pulso inexistente de Cindy era quien estaba ahí, de pie frente a ellas.

En el caso de Ruby surgió un recuerdo más perturbador: ese era el rostro reflejado en el espejo de su baño...

Dylan percibió todo eso proveniente de ellas: la alarma, preocupación, miedo, confusión, y lo relacionado a Cindy. Lisa creía que se había suicidado, pero Ruby sabía que había muerto en su apartamento, ese que llamaban maldito. Aunque en ese instante estaban más concentradas en la casualidad de que podían decir que recordaban al tipo que tenían en frente, pero eso no hizo que bajaran la guardia, ya que nunca antes habían interactuado y a final de cuentas sabía la verdad sobre Arya, así que se sentían muy desconfiadas.

—¿Tú eres...? ¿Tu estabas? —preguntó primero Ruby, sorprendida.

—En la fiesta aquella vez —terminó Lisa la oración, que había dejado inconclusa su hermana, tal como tantas otras veces había sucedido durante su vida.

Dylan sonrió. Podía tener una imagen distinta, pero seguía siendo el mismo Celestial en su interior, por lo que sabía que las gemelas estaban experimentando emociones distintas: la agitación y desconfianza de Ruby debido a su culpa, y la sorpresa y los nuevos temores de Lisa al estar involucrada, incluso cuando había cambiado sus intenciones. Pensó que lo único bueno de todo era que al menos ambas volvían a estar unidas, aunque fuese en la desesperación por entender la verdad. Ambas necesitaban encontrar un nuevo camino hacia la hermandad y por el momento estaba funcionando.

—Estoy aquí porque quiero ayudarlas —dijo él, cuidadoso con sus palabras.

—¿Ayudarnos a qué? —Esa vez la pregunta salió de Lisa, muy desconfiada.

Dylan puso su atención solo en Lisa. Le complació la seguridad que llegaba a sentir al pensar en cómo proceder con ella, porque siempre sabía exactamente lo que debía hacer, como si su conexión fuese igual de fuerte que la conexión entre Lisa y Ruby por ser gemelas. Se preguntó si era que incluso tenía mayor conexión con Lisa por lo que le había explicado Miss Serena, o sería que el hecho de que Lisa realmente estaba enamorada de él los conectaba aún más...

Extendió la mano hacia Lisa de una forma cortés.

—Confía...

Y esperó a que ella le diera la mano. Tal vez no era el momento más indicado para eso porque cualquiera en esa posición no querría acercarse a la otra persona, y menos tocarlo, pero era necesario para él lograr un contacto, por lo que apeló a su energía y su conexión con Lisa quien lucía muy desconfiada, por momentos alternando la vista entre Ruby y Dylan, como si fuese peligroso hacerlo, pero de pronto, aún con cierta inseguridad, tal vez sintiendo lo que emanaba del Dylan interior, se atrevió y estrechó su mano.

Palma con palma, Lisa, sin entenderlo, experimentó al instante una gran tranquilidad, calma y repentina confianza.

Y fue allí que Ruby de pronto intervino, perdiendo la paciencia.

—¡¿Qué haces?! —reclamó ella en voz bastante alta, casi desesperada—. ¡¿Vas a explicar las cosas o qué demonios?!

—Ruby, no grites —le pidió Lisa, ya en un estado diferente.

Su gemela la miró con el ceño fruncido.

—¿Que no grite? —repitió con molestia y desconcierto—. ¡Dijo que él nos envió el mensaje y solo está ahí parado tocándote! ¡Que ya diga cómo rayos lo hizo! ¡¿Nos hackeó?! ¡¿Y cómo se enteró de todo?!

Lisa de nuevo apeló a la calma.

—Estoy segura de que tiene una respuesta para todo —aseguró, y luego miró a Dylan—. ¿No?

—Tengo sus respuestas —asintió él—. La primera es que vengo de parte de Dylan.

Ruby quedó confundida en un nivel molesto, y Lisa en un nivel de asombro.

—¿Dylan sabe todo esto? —preguntó Lisa, entre sorprendida y avergonzada, o tal vez temerosa de que la verdad de su pasado con Scott y Ruby arruinara su relación con él.

—¡Sabía que tenías algo que ver con él! Pero cómo... ¿cómo te vi en mi apartamento aquella vez?

Dylan sonrió enigmático, sabía que Ruby estaba alterada por muchísimas más razones que Lisa y que transmitirle algo de tranquilidad sería mucho más difícil por el hecho de que no tenía la misma conexión sentimental que con Lisa, pero de cualquier manera decidió intentarlo. Y fue un poco más atrevido esta vez, porque simplemente la tomó del brazo. El contacto era absolutamente necesario, justo como había hecho con su gemela.

De inmediato en la mente de Ruby apareció un carrete de imágenes con situaciones que la angustiaban: Scott amenazante dando un puñetazo a la pared, la idea de perder a Lisa, la idea de terminar loca y encerrada en un manicomio, la noche en que ella había visto algo inexplicable sobre Dylan en su computadora y se había cortado la luz. En ese punto, sus miedos ya eran más que intensos.

Y de pronto apareció Scott. Había mucha rabia hacia Scott. Incluso notó el pequeño deseo de un cambio... había una posibilidad en Ruby, y eso ya fue suficiente para Dylan.

—Tranquilízate, Ruby —le dijo él con su voz serena.

Ruby se tensó aún más, pero Dylan insistió y otra vez con su voz, se dirigió a ella con gran seguridad:

—No vengo a chantajearlas. Como dije, vengo a ayudarlas a detener a Scott y a cambiar las cosas, pero antes de explicarles cómo haremos eso, necesito que te calmes y me des una oportunidad. No soy tu enemigo.

Funcionó. Tras unos segundos, la respiración algo acelerada y la postura defensiva de Ruby, se relajaron un poco. No quedó del todo calma, pero sí dispuesta a escuchar y no a atacar.

Al soltar Dylan a Ruby, las dos gemelas se miraron.

—Ruby —dijo Lisa pacíficamente—. Él estaba aquí la noche que murió Cindy. Él fue a tomarle el pulso, él... él es bueno. Tenemos que confiar. Por favor, confía. Vamos a salir de esto como sea... Él sabe que es lo que necesitamos. Y tú también.

Ruby hiperventiló de solo escuchar mencionar esa noche. Sin embargo miró a su hermana y a Dylan intermitentemente y su respiración se calmó poco a poco. Estaba tan agotada que hubiera dejado su vida en manos de cualquier persona, cualquiera, antes que en ese desconocido que se le había aparecido súbitamente aquella vez en su departamento...

—Bien —cedió finalmente, y se sintió casi desfallecer. Necesitaba dormir diez años seguidos—. ¿Cuál es el plan?

Dylan sonrió y miró a las gemelas.

—Esto es lo que vamos a hacer. 

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora