Capítulo 25

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DYLAN

Dylan ya estaba de regreso en su ¨apartamento maldito".

Llevaba un día fuera del hospital. Estaba por amanecer y se encontraba recostado en su cama. Lisa estaba con él. Ella había pasado el día entero acompañándolo. No se había ido ni por un momento. Incluso se había quedado dormida al borde de la cama de Dylan sin siquiera soltar su mano. Lo abrazaba con fuerza, como si no tuviera planes de despegarse de él por nada del mundo. No había pasado nada entre ellos como podía parecer, por supuesto. Ella en realidad había caído rendida ante el cansancio, incluso antes de que Dylan intentara fingir dormir

Ahora, Dylan la sentía distinta, conectada a él de una forma que lo alarmó. Había notado en ella una sincera preocupación y unas genuinas ganas de cuidarlo. Lisa había cambiado y estaba enamorándose de él, y eso nunca había sido parte de su plan. Además, algo fuera de su control estaba ocurriendo. Algo que él no entendía. Algo relacionado al beso que se habían dado en la habitación del hospital. El beso le había producido algo raro: le había mareado, por un momento había perdido la percepción de todo. Le había gustado, pero luego había sentido algo extraño, punzante, ¿dolor?. Sí, mucho dolor. Y ahí estaba el problema. Primero se había sentido muy bien mientras su boca jugaba con la de Lisa. Luego, la sangre saliendo por su nariz, y finalmente, un malestar extraño que nada tenía que ver con la golpiza. Él estaba seguro de eso, porque nunca había sentido algo así. Era un dolor interno que había afectado su naturaleza celestial. ¿Pero qué era? Quería entenderlo, pero, ¿cómo?

Por primera vez se sintió perdido, pero no pudo ahondar mucho en su problema porque en ese momento Lisa se despertó. Fue extraño, repentino, tal vez por el peso de su mirada. Su reacción fue un poco abrupta, le soltó la mano. Lisa al verlo despierto notó algo inusual y lo preguntó muy rápido:

—¿Estás bien? —Sonó preocupada de nuevo, con sus ojos buscando indicios de malestar en él.

Fue extraño para él que ella sospechara que algo le sucedía. ¿Lisa podía leerlo como él a ella? ¿qué estaba ocurriendo?

—Muy bien, no te asustes —le tranquilizó Dylan con una sonrisa—. Puedes seguir durmiendo.

Ella se relajó un poco y se recostó de lado en la cama. Ambos quedaron mirándose frente a frente. La expresión de Lisa cambió a una conmovida.

—¿Estabas mirándome dormir? —susurró ella—. Eso es muy dulce.

Lisa extendió una mano hacia el rostro de Dylan. El toque se sintió suave y reconfortante en un principio, pero luego se transformó en algo mucho más íntimo porque ella empezó a acariciar su mejilla con las yemas de sus dedos. Por un momento, él lo disfrutó. Disfrutó de sus ojos, de la belleza de Lisa. Con ese momento, en la cama, solo observándose, experimentó cierta sensación de familiaridad, aunque no pudo ahondar demasiado ya que, de pronto, ella se inclinó hacia él y lo besó.

Esta vez no fue como en la habitación del hospital. Fue fácil sumirse en el movimiento de sus labios, enredar la mano en su cabello, mantenerla contra sí. Era como si lo hubiese hecho muchas veces antes, aunque solo lo había hecho aquel día. Por esa razón se dejó llevar. Atrajo más a Lisa y la apegó a su cuerpo, de modo que ella quedó casi encima de él. Intensificaron el beso con necesidad. Poco a poco sus respiraciones se fueron acelerando. Dylan no pensó en nada más que en el sabor de sus labios contra los suyos hasta que, de pronto, se sintió transportado.

Un tirón inesperado lo llevó a otra perspectiva, a otro lugar. Se encontró aún en un beso, pero estaba besando a otra mujer y al parecer ya no era él, ese Dylan, quien besaba, ¿o sí?. ¿Y quién era la mujer? En un parpadeo, dejó de estar ahí. El ambiente cambió. Dylan aterrizó otra vez en un lugar que ya conocía. Era aquella calurosa habitación que había visto en su anterior regresión, pero en ese momento él estaba fuera de la cama y podía ver que a su alrededor crepitaba un salvaje y poderoso incendio. Estaba consumiéndolo todo: los muebles, las puertas, los cuadros, los medios de escape. El calor golpeaba la piel produciendo un ardor peligroso. El oxígeno era cada vez más difícil de respirar. Dylan tuvo la desesperada necesidad de salir de ahí y sintió el asfixiante miedo de no lograrlo.

El misterio de Dylan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora