Capítulo 21

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Nos apartamos con rapidez y, aliviados, comprobamos que no nos hablan a nosotros, sino que están comentando algo sobre el campanario que vimos antes y no parecen haberse dado cuenta. Valentin me mira sonriente y, sonrojada, le devuelvo la sonrisa. Nuestros labios apenas se han tocado, pero puede considerarse un beso. No me cabe duda de que acabamos de vivir uno de esos "momentos" de los que tanto se habla cuando tienes sentimientos hacia otra persona.

—Valeria, ¿has visto la estatua? —Me pregunta Julia impresionada.

—Sí, es enorme, ¿verdad? —respondo.

—Como enormes eran mis naranjas... —Valetin balbucea y carcajeo al escucharle. Ya casi se me había olvidado y estoy segura de que lo ha hecho para recordármelo.

—¿Continuamos con la ruta? —Ahora es Marcus quien nos habla y, tras asentir, nos ponemos de pie.

Al llegar donde está aparcado el Tesla, los chicos hablan sobre visitar el puerto y, al ser Valentin quien conoce mejor la zona, Marcus le entrega la llave para que sea él quien nos lleve. Nada más abrocharme el cinturón, levanto la mirada y sorprendo a Valentin observándome a través del espejo retrovisor. Al sentirse descubierto, sonríe y por instinto desvía la mirada. Me encanta que haga eso.

Durante el trayecto, ocurre al menos un par de veces más y comienzo a sentir en el estómago pequeños hormigueos. ¿Tendrá algo que ver con que cada vez me parece más sexy?

—Frena, ¡frena, Valentin! —Justo en el momento en que hacemos contacto visual una vez más, Marcus grita, asustándonos, y antes de que Valetin detenga el coche, escuchamos un pequeño golpe—. ¡Mierda! Te la has cargado...

—¿Qué? ¿A quién? —Gritamos aterradas las tres a la vez.

—A la rata que acaba de cruzarse —responde Marcus.

—¡Ay, Dios! —Cubro mi boca mientras se bajan del coche.

Julia y Nerea no tardan en seguirles y yo hago lo mismo.

—Pobre animal... —Nerea se lamenta.

—Es solo una rata. Y es enorme, joder... —Marcus se altera—. ¿Me ha roto algo? —Pregunta mientras busca desperfectos en el lateral con el que la hemos golpeado.

—¡Qué insensible! —Mi amiga le riñe—. Aunque sea una rata, tiene derecho a vivir, igual que tú.

—Pues vivir ya... me parece que no —La empuja con el pie y, aliviado al no haber encontrado ningún rasguño, deja de inspeccionar el coche y abre la puerta del conductor—. Mejor conduzco yo, no pareces muy centrado hoy, querido Valentin. —Se burla y este le mira con complicidad. Ambos saben de qué hablan y yo también. Todo esto lo han provocado nuestras miradas furtivas.

—¿Tienes una bolsa? —pregunta Nerea antes de que Marcus suba al coche.

—¿Una bolsa? ¿Para qué? —La mira extrañado.

—Para la rata.

—¿Piensas llevártela a casa?

Julia y yo reímos por lo bajo. La conoce poco, pero ya la cree capaz de cualquier cosa.

—¡Sí! Quiero hacerte un guiso con ella. —Al ver que Marcus la mira espantado, niega con la cabeza—. ¿Cómo crees que me la voy a llevar? Solo quiero apartarla de aquí. No me gusta la idea de que los coches la aplasten.

—¡Pero si ya no se entera! —pestañea incrédulo.

—Pero yo sí y no quiero tener esa imagen todo el día rondándome en la cabeza. Prefiero que dejemos su cuerpo en un contenedor antes que aquí.

Cupido, tenemos que hablarKde žijí příběhy. Začni objevovat