Capítulo 59

5.5K 556 90
                                    

—Hazte a un lado. —Cuando llegamos al coche, Marcus casi tiene que empujar a Valentin para que se siente en el lugar del copiloto—. Estás demasiado nervioso para conducir.

—¡No estoy nervioso! —Protesta—. ¡Estoy bien! —Su respiración cada vez se acelera más—. ¿Y Valeria? ¿Dónde está Valeria?

—Estoy detrás de ti... —Toco su hombro para que se tranquilice y se gira para apretar mi mano.

—¿Te duele?

—¡Claro que me duele! —Aprieto los dientes para soportar la nueva contracción. Esto va cada vez más rápido. ¿No se supone que un parto empieza despacio?

—Aparta las plumas de mis ojos y estate quieto. —Marcus empuja sus alas hacia un lado, pero son tan grandes que no tardan en volver a molestarle—. ¡Quítatelas de una vez, joder!

—¿Te crees que no lo intento? —Vuelve a tirar de las cuerdas sin éxito. Necesita unas tijeras o no se las podrá quitar—. No se os ha ocurrido cogerme un poco de ropa, ¿verdad?

—Pues no, la verdad —le responde Marcus—, pero no te preocupes. En cuanto os deje en el hospital, iré a comprarte algo.

—¿En serio tengo que entrar así? —Se señala.

—¿Y... por qué coño te lo has puesto?

—No preguntes... —Se gira de nuevo para mirarme, esta vez con el ceño fruncido y las alas vuelven a molestar a Marcus.

—¡Valentin! ¡Las plumas! —Le riñe una vez más.

Una contracción más fuerte que las demás tensa mi barriga y me quejo.

—Ya queda poco, cielo. —Julia toma mi mano y se la aprieto con tanta fuerza que comienza a gritar—. ¡Ahhh! ¡Pero qué haces! Suéltame hija de put...

—¿Qué? ¿Qué ocurre? —Valentin haciendo caso omiso a la petición de su amigo, se gira una vez más y una de sus plumas impacta en el ojo de Marcus.

—¡Mierda! ¡No! —Se lo frota y para evitar chocar, gira el volante con rapidez sin darse cuenta de que un señor está cruzando la calle, con tan mala suerte que le golpea en el costado con uno de los espejos.

—¡Ay, nooo! —Por la ventanilla puedo ver que ha quedado tendido en el suelo—. ¡Lo hemos matado!

—¡Qué vamos a matarle! Si apenas le hemos rozado —anuncia Nerea—. Está tan borracho que cualquier cosa le tira. Mira, ya se está levantando. —Al ver que es cierto, el alivio vuelve a mi cuerpo.

—Vayamos a ver si necesita ayuda. —Julia sale del coche y los demás la imitan.

Apenas están a un metro de mí, pero siento que si me bajo con ellos, el bebé se me caerá al suelo.

—¿Está bien, señor? —Los chicos se preocupan y en el momento en que se fija en Valentin, comienza a gritar histérico.

—¡Dios mío! ¡Nooo! ¡Me habéis matado! —Sus chillidos penetran en mis tímpanos haciéndome daño.

—Lo que le va a matar es el alcohol. —Nerea trata de calmarle a su manera—. Está usted muy vivo y si continúa gritando así, nos va a dejar sordos.

—¡Viene a por mí! —La ignora y continúa señalando a Valentin—. ¡Estoy muerto! ¡El ángel de Dios está aquí!

—¿Eh? Señor, ¡señor, no! Es solo un disfraz... —Marcus intenta sacarle del trance, pero debido a la impresión, el hombre termina desmayándose.

—¡SEÑOR! ¿Oiga? —Ahora es Nerea quien le zarandea y cuando por fin parece que reacciona, se sienta de nuevo. Asustado vuelve a torcer la vista en dirección a Valentin y cuando sus ojos se encuentran, pierde una vez más el conocimiento—. ¡Joder! ¡Valentin! ¡Métete en el coche de una vez o al final te lo vas a cargar de verdad!

Cupido, tenemos que hablarWhere stories live. Discover now