Capítulo 57

5.4K 575 63
                                    

Durante el viaje, Valentin y yo apenas hablamos y solo nos dedicamos a acariciarnos el uno al otro. Ninguno de los dos es capaz de procesar que por fin somos libres. Libres de amarnos y de estar juntos sin necesidad de escondernos. Apoyo mi cabeza en su pecho y me dejo llevar por el sonido de sus latidos. Está tranquilo, aunque desde hace rato la tristeza se asienta en su rostro y puedo imaginar la razón.

Cuando me quiero dar cuenta, el chófer de Valentin aparca en nuestra puerta y no puedo evitar sorprenderme. La vuelta se me ha hecho bastante más corta, y es que, cada vez que Valentin está cerca, el tiempo vuela. Con cuidado me levanto de su regazo y adormilada, seco la comisura de mi boca antes de bajar del coche. Solo dos segundos después las chicas aparcan detrás de nosotros y mientras entramos a la casa, Marcus se pone en contacto con Nerea. Tras contarle cómo ha ido todo, este le comunica que acaba de aterrizar en España y mi amiga grita emocionada. No le esperábamos hasta mañana. Valentin y él hablan durante varios minutos y cuando terminan, estoy tan cansada que decidimos entrar a mi habitación. Intento vanamente quitarme las zapatillas, pero la barriga cada vez me molesta más y Valentin tiene que ayudarme a sacármelas. Levanta mis piernas para evitarme el esfuerzo y con delicadeza me coloca sobre la cama.

—¿Quieres algo de comer o un poco de agua? —me pregunta mientras ahueco los cojines. El dolor de espalda me está matando.

—Solo a ti. —Me hago a un lado y sonríe.

—Deja que me deshaga de toda esta mierda —Se quita con rapidez el traje de novio, lo lanza contra una esquina y no duda en echarse a mi lado. Pasa un brazo por detrás de mi nuca y casi me obliga a colocar mi rostro sobre su pecho—. Creí que nunca más podría hacer esto. —Besa mi frente.

—Y yo que nunca más lo harías. —Me acomodo mejor para rodear su cintura y le escucho suspirar—. ¿Estás bien? —No puedo evitar preguntarle. Su tristeza es cada vez más evidente.

—Sí, solo preocupado. —Exhala de nuevo—. No tengo ni idea de cómo saldremos de esta... —confiesa—. Todo por lo que mi abuelo y mi padre han luchado toda su vida, se ha perdido y no hay forma de recuperarlo. —Me acerca más a él, como si así notase alivio—. Sin los fondos de los padres de Nicolle, ya no hay nada que hacer.

—¿Y si buscas otro inversor como hiciste aquí? Ahora que sus padres no podrán interferir en esas reuniones, quizás sea más fácil.

—Tardaríamos meses en gestionarlo todo y para entonces ya sería tarde. No podemos retener los salarios tanto tiempo.

—Entiendo... —Su explicación es lógica. Lo empleados no podrían pasar meses sin cobrar—. Pero, ¿y si...? —Me siento para pensar mejor— ¿Y si creamos una campaña para recaudar fondos?

—Estaríamos en las mismas. Nos acometería el tiempo.

—Pero... ¿y si creamos una campaña donde podáis ir utilizando los fondos a medida que se recauden? ¿Desde el primer ingreso?

—No funcionará, Valeria. Ya hablamos de esto. Necesitamos cientos de millones de euros y no se pueden conseguir así como así.

—Déjame intentarlo —insisto—. Hace poco cree un crowdfunding para uno de mis clientes y salió mejor de lo esperado...

—Es inútil. No gastes energías —me interrumpe.

—Pero quiero hacerlo. No tienes nada que perder, ¿verdad? —Niega con la cabeza y me tomo un momento para pensar—. Puedo crear una especie de crowdfunding de acciones para obtención de capital con la condición de que, a cambio de respaldar tu empresa, los inversores reciban una participación proporcional a su inversión... —Arruga su frente y dejo de hablar para levantarme de la cama. Mi cerebro está tan activo que hasta mi cansancio ha desaparecido.

Cupido, tenemos que hablarWhere stories live. Discover now