Capítulo 30

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Cuando por fin regreso del veterinario, estoy tan cansada que me pesan hasta los párpados y, tras meter a Blanquita en mi habitación, aprovechando que Julia se fue a pasear a Ucho, me echo sobre la cama. La espalda me está matando. Cuando estoy empezando a quedarme dormida, alguien me llama por teléfono. Miro la pantalla antes de descolgar y me siento con rapidez al ver que es Valentin.

Espero nerviosa sin saber qué hacer y cuando me decido a responder, deja de sonar.

—Joder... —expulso el aire que estaba reteniendo. No quiero hablar con él. No me siento preparada.

Solo un par de minutos después, me escribe:

*Supongo que estás ocupada, solo quería preguntarte si tenías planes para este fin de semana.

—Madre mía... —resoplo nerviosa—. ¿Qué le digo ahora? —Recuerdo que uno de los días que hablamos, le conté que tenía los fines de semana libres y cualquier cosa que le diga después de eso, sabrá que es una excusa.

Tecleo:

*Disculpa, sí, estaba ocupada. Este fin de semana lo tengo complicado. Lo siento.

Miento y aunque me siento mal por ello, me doy un cachetito en la espalda mentalmente. He sabido salir al paso.

A los pocos segundos, llega otro:

*¿Y el que viene? ¿Podríamos vernos para entonces?

—Dios mío... —Los sudores vuelven y trato de escribir algo parecido.

*No lo creo, quiero ir a visitar a mis padres.

Vuelvo a mentir.

*Oh, lo entiendo. ¿Cuándo te vendría bien?

Abrumada por su insistencia, decido cambiar de táctica.

*No te preocupes. Cuando esté más tranquila y encuentre un hueco, te digo algo.

Envío y vuelvo a sentirme satisfecha. ¿No es lo mismo que me hizo él? Me ha hablado solo cuando le ha parecido bien. Al menos yo he tenido la decencia de contestarle.

*OK.

Por su respuesta sé que no le ha gustado, pero por el momento no puedo ofrecerle otra cosa. No hasta que se me olvide su desplante.

Dos semanas después

Nada más levantarme, observo mi barriga frente al espejo y exhalo. ¿Cómo puede haber crecido tanto en tan poco tiempo? Acabo de cumplir las dieciséis semanas y parece que estoy de siete meses. La doctora me dijo que será grande y recordando el tamaño de su padre, comienzo a sentir miedo. ¿Podré parir a un niño así? No soy demasiado ancha de caderas y creo que tampoco de ahí...

—Oh, Dios mío... —Me estreso.

No pasa un solo día sin que piense en ello. Si al menos fuese una niña..., quizás el tamaño sería más moderado, pero ni siquiera puedo tener ese alivio porque hasta ahora no nos ha dejado ver su sexo. Cuando la semana pasada la doctora me hizo la última ecografía, estaba de espaldas.

Al pensar en el tamaño del bebé, Valentin viene una vez más a mi cabeza, al igual que ha estado haciendo durante estas dos semanas. Apenas hemos cruzado un par de mensajes más en los que simplemente me preguntaba cómo estaba, imagino que para recordarme que todavía sigue ahí, esperando a que tenga un día libre para él... Ojalá pudiese olvidarme de Valentin de una vez, pero mi mente no para de taladrarme con escenas de aquellos días y no puedo evitar sentir cosas por él.

Salgo de la habitación y Julia y Nerea, que están hablando en el pasillo, se me quedan mirando.

—Madre mía, Valeria. —Nerea fija la vista en mi barriga—. Este bebé crece por noches. Ayer no estabas tan hinchada.

Cupido, tenemos que hablarHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin