Capítulo 25

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—¿Valeria?

No es hasta que Julia toca uno de mis brazos que reacciono.

—¿Qué ocurre? —Pestañeo tratando de centrarme y me doy cuenta de que Nerea, ya no está hablando por teléfono.

—Me estabas asustando... te hemos llamado al menos cuatro veces. ¿Te encuentras bien?

—Em... sí. Sí, estoy bien... —invento a la vez que siento unas terribles ganas de llorar.

—Vayamos a ver aquello. Creo que es una fuente. —Nerea señala una especie de estatua en medio del jardín.

—Id vosotras, yo os espero aquí.

Me siento donde antes estaba sentada Julia y, cuando creo que se van a marchar, balbucean algo y se colocan frente a mí.

—¿Qué te ha dicho Valentin? —Julia sabe que me pasa algo. Es imposible engañarla.

—Nada, que su padre está bien.

—¿Hubieses preferido que se muera? —Nerea lanza una de sus preguntas raras.

—¿Qué? ¿Cómo puedes decir eso? —Mis ojos se abren con espanto.

—Deberías verte la cara —bromea—. Más que alegrarte por la noticia, parece que te ha disgustado.

—Muy graciosa... —Niego con la cabeza.

—Vamos, suéltalo —Julia me presiona—. ¿Qué ha pasado en esa llamada?

—Es solo que... —decido contárselo, total, no pararán hasta que lo haga—. Valentin se echa la culpa por lo que le ha ocurrido a su padre. Está convencido de que anoche se alteró demasiado y eso ha sido el detonante.

—Qué mal... —expresa Nerea—. Mi padre también sufre una cardiopatía y sé lo que es eso. El médico siempre nos pide que lleve una vida tranquila y, aunque tratamos de que así sea, suele alterarse con mucha facilidad y más de una vez nos ha dado un buen susto. Cualquier disgusto puede costarle la vida y no imaginas el sentimiento de responsabilidad que eso te deja. Puedo entender por lo que está pasando Cupido.

—Menuda mierda. —Me pongo de pie y camino por el borde de la piscina—. ¿Vamos a comer algo?

Necesito sacar la conversación con Valentin de mi cabeza. Entre unas cosas y otras, todavía no he desayunado.

—Sí, yo también tengo hambre —Julia está igual que yo.

Una vez en la cocina, preparamos algo de café y nos calentamos unas tortitas rellenas de chocolate. Al terminar, recogemos para que todo se quede igual que estaba y, aprovechando que hace una mañana estupenda, decidimos regresar al inmenso jardín para tomar un poco el sol.

Las horas pasan y mi cabeza no para de darle vueltas. Todo ha cambiado de la noche a la mañana y lo que antes no me importaba, ahora me afecta y estoy segura de que todo esto se debe a los sentimientos que estoy comenzando a tener por Valentin. Si hubiese pasado esto mismo hace tan solo unos días, me habría dado exactamente igual, pero ahora no logro dejar de pensar en ello.

—Chicas, ¿estáis por aquí?

—Es Marcus. —Nerea se pone de pie y corre en su búsqueda.

Cinco minutos después regresa con él y mi cuerpo se pone en tensión, pero al ver que Valentin no viene con él, me embarga una fuerte decepción.

—¿Cómo está...? —Soy la primera que pregunto, pero Marcus no me deja terminar la frase.

—Su padre bien. Él no tanto... —Aprieta sus labios en una línea recta—. En un rato, si se siente mejor, vendrá con nosotros. —Arruga su frente al ver en mi rostro la desilusión y continúa disculpándole—. Ha sido un día duro y está bastante afectado. Necesita un poco de tiempo.

Cupido, tenemos que hablarWhere stories live. Discover now