Capítulo 52

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Mientras Marcus habla, guardo silencio y apretando el teléfono contra mi oreja, escucho con atención. Entendiendo dónde estoy, me explica sin demasiados detalles lo que sabe y, tras pedirme que llame al policía, anoto el número.

—¿Todo bien? —Valeria, preocupada, me habla y solo cuando se coloca frente a mí, reacciono. Ni siquiera recuerdo haber colgado.

—Em... Sí. Sí. Han surgido un par de cosas, pero se están solucionando bien. Nada de qué preocuparse... —Decido seguir ocultándoselo. No puedo crearle más tensión—. Tengo que... salir a comprar un par de cosas. No tardo. —Beso su frente y me mira extrañada. No hay nada que odie más que mentirle, pero es por una buena causa. Tengo hacer lo que sea para protegerla a ella y al bebe de toda esta mierda.

Nada más salir a la calle, subo en el primer transporte público que encuentro y cuando calculo estar lo suficientemente alejado de la casa, conecto mi teléfono. Quizás me estoy comportando como un paranoico, pero toda precaución es poca después de lo que estamos viviendo. Si llegan a hacerle algo, no me lo perdonaría jamás.

Bajo en la primera parada y ya sin miedo a que alguien localice mi ubicación, marco el número que anoté antes.

Tras ponerme en espera durante varios minutos, por fin localizan al policía que intentó contactarme antes y, tras identificarme, comenzamos a hablar. Mientras me explica que la mujer del ingeniero ha aparecido en una comisaría de la zona para denunciar la desaparición de su marido, mis ojos se abren con sorpresa y las pocas esperanzas que hasta ahora mantenía, se esfuman. Pensar en que quizás hubiese huido del país con ella, me hacía sobrellevarlo mejor, pero esto lo cambia todo.

—¿Cree que...? —Trago saliva y sabiendo a qué me refiero, no duda en responder a mi pregunta.

—Según el informe, llegó bastante alterada y asegurando que temía por sus vidas ya que alguien había estado amenazándoles de muerte. Así que todas las hipótesis están abiertas. —Escucho cómo teclea—. Parece que su marido le pidió que viajara hasta Alemania donde se reencontrarían, pero han pasado varias semanas desde entonces y no ha vuelto a tener noticias de él.

—Joder... Esto no pinta bien... —balbuceo.

—Nada bien, la verdad, pero al menos ahora tenemos las pruebas suficientes para comenzar con la investigación. Está claro que esto no ha sido una desaparición voluntaria. —Hace una pequeña pausa mientras mi mente intenta encajar todo—. Necesito que venga a la comisaría. Me gustaría hacerle algunas preguntas más. ¿Podemos vernos esta tarde?

—Em... Ahora mismo estoy fuera de Francia, aunque no me queda más remedio que regresar mañana... —digo con rabia.

—La boda es en un par de días. ¿Cierto? —Lo recuerda.

Cuando Marcus y yo estuvimos con él, le conté todo. Necesitaba que supiese hasta dónde habían llegado sus extorsiones, porque estoy seguro de que en algún momento servirán como prueba.

—Por desgracia... —resoplo.

—Lamento escucharle decir eso. Ojalá todo se solucione pronto.

—Eso espero, porque no creo que pueda soportarlo mucho tiempo. —Aprieto el mentón hasta que mis labios se convierten en una línea recta.

—¿Dónde dará lugar la ceremonia?

—Aquí, en España. La mayoría de la familia de Nicolle vive en este país y han decidido celebrar el enlace en el mismo lugar en el que se casaron sus padres.

—Qué bonito... —lanza con sarcasmo—. ¿Conoce la dirección? —Se la dicto, pero al desconocer el idioma, tengo que deletreársela en francés—. Bien. Creo que ya lo tengo —anuncia al terminar—. Quedo entonces a la espera de su llamada.

Cupido, tenemos que hablarΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα