Inferno.

IX.

                   IX.

—¿Qué coño haces aquí, Harris? —Fueron las primeras palabras que Miles me dirigió cuando abrió la puerta descubriéndome frente a esta, y pasé furiosa dentro de su apartamento cerrando la puerta tras de mí y arrojándole la carta en sus narices, haciendo que frunciese el ceño mientras la agarraba.

—Sé que quieres asustarme pero est...

—Yo no he sido quien ha escrito esto —afirmó mientras sus ojos continuaban en el papel que arrugó cuando su mirada subió a la mía, casi haciéndome olvidar el por qué estaba allí, los ojos de Miles realmente eran profundos.

—Pues entonces...

—Maldito Denix —murmuró entre dientes, y de nuevo ese nombre, que supe en ese momento que debía pertenecer a una persona.

—¿Quién es Denix? —pronuncié y sus ojos se cerraron ligeramente.

—Sabes lo que pienso de ti intentando saber cosas sobre mi vida privada. —Le arrebaté la carta que tenía en sus manos y me miró curioso por aquel hecho.

—Yo solo quiero saber quién me ha amenazado y por qué —respondí sinceramente y Miles bufó casi silenciosamente.

—Te dije que no quería a gente como tú alrededor de mí la primera vez que hablamos. —Y lo cierto es que me sorprendió de que recordase lo que hablamos aquella vez.—Y ahora saben quien eres... Me he cruzado con gente molesta en mi vida pero tú eres un dolor de culo muy peculiar —masculló entre dientes y retiró su corto flequillo hacia atrás, haciendo un puño mientras lo agarraba.

—¿Estoy en peligro? —Supuse que debía preguntarlo pero no estaba segura de querer saber la respuesta.

—Sí.

—Vaya, no lo endulces tanto —respondí con sarcasmo y pude observar diversión en el rostro de Miles a pesar de que no había ningún indicio de sonrisa en él.

—Veo que sigues en eso de utilizar el sarcasmo conmigo, pero continuas siendo la misma chica persistente que no me deja a apenas respirar —Miles se mofó, queriendo avergonzarme.

—Oh, sí, perdona por buscarte pidiendo explicaciones porque alguien me ha amenazado, qué desconsiderado por mi parte...

—Y ahí seguimos.

—En serio, Miles, Ares, quién quiera que seas yo...

—No vuelvas a llamarme Ares, pensaba que te lo había dejado claro. —Su mandíbula se tensó y observé como todo rastro de diversión se había esfumado, Miles dio un paso hacia mí, amenazante, provocando que, sin realmente pretenderlo, yo retrocediese, siendo esa una de las pocas veces que él comenzaba a intimidarme.

—¿Y cómo debería llamarte si es tu verdadero nombre? —Sabía que solo conseguiría hacerlo enfadar, y que después de leer aquel artículo sobre que era sospechoso de la muerte de sus padres, sumándole la hostilidad que siempre manifestaba contra mí, no debería siquiera haber vuelto a tener contacto con él, pero las palabras salían de mis labios sin poder evitarlo y es que de alguna extraña manera me sentía atraída a él.

—¿Y qué te hace estar tan segura de eso? —Las palabras salían lentas de su boca, siendo pronunciadas por sus carnosos labios, pero no pude evitar notar cierta furia en ellas, realmente estaba consiguiendo molestarle.

—Me informo.

—¿Te informas? —Rió sin gracia mirando a otro lado de la habitación para finalmente volver sus ojos a mí.—¿Qué puta mierda es esa? ¿De qué coño hablas?