XIV.

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Sus manos estaban firmemente aferradas a mi cintura, pegando su cuerpo al mío lo más posible mientras mis manos se encontraban alrededor de su cuello, acercándole más a mi boca. El beso era duro, justo como había esperado que lo fuese, y perfiló mi labio inferior con sus dientes para, segundos después cuando separé los labios, profundar el beso. Su lengua entró en juego con la mía, haciéndola seguir el rápido ritmo que Miles había implantado, y supe que mi corazón no podía ir más rápido cuando una de sus manos dejó mi cintura y subió una de mis piernas a sus caderas, haciendo presión y provocando que también subiera la otra, rodeando su cintura con ambas. Comenzó a andar sin dejar de besarme, con una mis manos aferrándose a su pecho, agarrando la tela de la camiseta entre mis dedos. Se sentó en el sofá conmigo encima y mis dedos comenzaron a tantear con los botones de su camisa blanca, la cual había querido desabrochar desde que apareció esa misma noche con ella. Y así lo hice, me separé un poco de él mientras mis dedos desabrochaban lentamente los botones y le miraba a los ojos, descubriendo que los suyos estaban mucho más oscuros por la excitación del momento. Mi lentitud debió frustrarle pues sus manos fueron a mis nalgas y las apretó contra él, haciéndome gemir suavemente y provocando que una media sonrisa de lado apareciese en su rostro. Finalmente, quité su camisa y la tiré a alguna parte del salón que ni siquiera me importó, y mis ojos no pudieron evitar fijarse en el tatuaje que adornaban el hombro y parte del pectoral izquierdo de Miles, le miré a los ojos segundos antes de posar mis dedos sobre la tinta que había en su piel, y su pecho que se encontraba subiendo y bajando por la excitación, incluso se aceleró aún más. Perfilé la armadura con mis dedos lentamente y volví los ojos a Miles que me miraba curioso y con una expresión facial que no pude descifrar.

—Tiene, umm, relieve. —Volví a perfilar con mis dedos el tatuaje, comprobando que la piel de esa zona se encontraba más levantada que las demás. Miles no dijo nada, simplemente se acercó a mí lentamente esta vez, volviendo a unir nuestros labios de manera lenta.

—Observas demasiado —susurró contra mi oído cuando se encontraba besando aquella parte tan sensible, provocando que mi piel se pusiese de gallina. Mordió suavemente el espacio que se encontraba entre mi cuello y mi clavícula, provocando que soltase un suave gemido que hizo que las manos de Miles fuesen a mi cintura y nos girase para tumbarme sobre el sofá y situarse encima de mí. Y fue justo en el momento que el timbre de mi apartamento sonó, abrí los ojos observando a Miles que aún seguía encima de mí pero con sus ojos en la entrada del piso. Pasaron unos segundos hasta que el timbre volvió a sonar y bufé al tiempo en el que Miles se levantó de encima de mí.

—Lo que mierda sea que estás haciendo tiene que esperar hasta mañana, Indie Harris, nos vamos de jodida fiesta, así que saca tu culo aquí ahora mismo, o al menos abre para que pueda beberme una puta cerveza. —Reconocí la voz de Dexter al otro lado de la puerta y llevé las manos a mi cara, echando hacia atrás los mechones de pelo que se interponían sobre mi visión, y mis ojos corrieron a Miles el cual se encontraba poniéndose la camiseta con el ceño fruncido.

—Creía que habías dicho que pasarías Navidad sola —masculló Miles y a pesar de que intenté buscarlo, no escuché molestia o irritación en su voz, simplemente estaba nombrando un hecho.

—Iba a cenar sola, pero quedé con Ezra y Dexter para salir después... pensé que podrías venir con nosotros. —Miles terminó de acomodarse la camisa y me miró con su ceño fruncido como siempre lo tenía, al principio pensaba que se pasaba la vida enfadado, con el tiempo descubrí que era su común expresión facial.

—Claro, Harris, y luego intercambiaremos teléfonos y quedaremos para comer todos los domingos —dijo con sarcasmo y negó la cabeza dirigiéndose a la salida—. Eso no va a pasar, pensé que al menos me conocías un poco.

—Pero yo...

—Voy a irme para dejarte que tengas una buena noche. —Miró alrededor de la sala y se encogió su hombro, seguidamente forzó su mandíbula para añadir—: La pizza no estaba mal. —Abrió la puerta del apartamento mientras yo ni siquiera sabía como debía sentirme al respecto.

Inferno.Where stories live. Discover now