XXVI.

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–¿Le dijiste que le querías y te echó de su casa? –Ezra asimiló todo lo que acababa de contarle y lo resumió en aquella pregunta, asentí mientras mis ojos seguían en el techo de su piso, tirada en su sofá. Habían pasado varios días en los cuales no había visto a Miles, y tampoco había tenido el valor de contarle a alguien como me había roto el corazón por primera vez–.  Vaya... ese tío realmente es un hijo de puta... Si te deja ir sin hacer nada, es un gilipollas, y él no tardará en darse cuenta de ello también –declaró y no emití ningún sonido, sin ánimos de hacerme esperanzas a mí misma sobre Miles dándose cuenta de que había cometido un error–, si te sirve de algo, yo no te habría dejado ir –confesó y le miré con confusión elevando una ceja ante su declaración–. ¿Qué? –Se encogió de hombros. –No es mi culpa que seas una chica que realmente merece la pena.

–Gracias, supongo –respondí mientras me incorporaba en su sofá y observaba como un somnoliento Dexter entraba en la sala refregándose los ojos. Miré el reloj de mi muñeca que apuntaba que eran las once de la mañana, aquel día Ezra y yo nos habíamos saltado las clases al este finalmente no poder aguantar más la duda de qué estaba pasando en mi vida que me tenía últimamente tan decaída.

–Vaya, Indie, ¿acaso has oído hablar de mi caliente despertar y has venido a hacer algo al respecto? –Rodé los ojos, evitando una risa ante aquel comentario y negué con la cabeza–. Vaya, eso es decepcionante, entonces.

–Buenos días también para ti, Dex –hablé ladeando la cabeza divertida y en ese momento una chica pasó a su lado por el pasillo mientras terminaba de ponerse el abrigo, Ezra y yo observamos la escena entre sorpresa y expectación.

–Tienes mi número en tu teléfono, úsalo –la chica pronunció encaminándose a la puerta sin siquiera mirarnos y Dexter se quedó observando su culo ladeando la cabeza para seguidamente girarse a vernos a su hermano y a mí y hacernos una seña de pulgares, le gustaba su elección de la noche anterior.

–Figura repetida no termina la colección, preciosa –pareció decir con pesar Dexter y esta le miró antes de irse por la puerta sin decir nada para seguidamente cerrar con un portazo. Dexter señaló a la puerta abriendo la boca–. ¿Pero habéis visto lo que cené anoche? -Llevé las manos a mi cara asqueada mientras Ezra reía sin parar.

–Das tanto asco –pronuncié riendo mientras negaba.

–Solo estás celosa –rebatió y mi risa fue aún más fuerte.

–¿Cómo has conseguido adivinarlo? 

–Eres demasiado obvia. –Me guiñó un ojo con diversión y caminó hasta nosotros, mirándonos con expectación, esperando a que hablásemos. –Oh, venga, yo también quiero enterarme de lo que sea que estuvieseis hablando. 

         (...)

Pasé la página de aquel libro mientras sentía como mi cabeza me pedía a gritos que dejase de estudiar, me levanté de la cama y caminé hasta la pequeña terraza que tenía en mi habitación, y justamente, en ese momento Miles se encontraba fumando. Ni siquiera le miré puesto que supe que era él al observar una figura en la ventana por el rabillo del ojo, estuve allí durante varios minutos mientras él continuaba con su cigarro, ambos en silencio, yo mirando las luces de Londres mientras lo único que había entre nosotros era el humo que expulsaba de entre sus labios. Al poco tiempo, simplemente se metió nuevamente en su casa, y volví a respirar sin saber cuando había dejado de hacerlo. Me giré y apoyé mi cintura contra la barandilla, echando mi cabeza hacia atrás, desesperada por la situación, ni siquiera sabía por qué me afectaba así, por qué no había dejado de hacerlo tras dos semanas en las cuales no habíamos sido más que extraños. Entré nuevamente en la habitación cuando mi móvil sonó encima de la cama, lo cogí observando como era Shawn el que aparecía en la pantalla de este.

Inferno.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ