XX.

39.8K 2.8K 584
                                    

Miles comenzó a andar lejos de mí en el momento que los demás se montaron en el coche, manteniendo sus miradas confusas en nosotros hasta el último momento, que no les había dado ninguna explicación para lo que acababa de pasar.

—Miles... —le llamé observando como su paso cada vez era más acelerado y yo me estaba quedando atrás—. ¡Miles!

—¿Qué cojones pasa ahora, Harris? Mantén tu jodida boca cerrada durante un puñetero momento —bruscamente respondió girando a verme y pude observar la furia en sus ojos negros, siendo que esta los consumía casi del todo. Decidí mantenerme callada simplemente oyendo su abrupta respiración que reflejaba lo cerca que estaba de perder el autocontrol—. Denix siempre consigue arruinarlo todo. —Le oigo mascullar entre dientes y se lleva una de sus manos a su pelo negro un tanto despeinado, tirando de este hacia atrás.

—Realmente no entiendo su punto. —Me encogí de hombros observándole con cautela, pero no contestó, sus ojos simplemente se clavaron en mí durante varios segundos.

—Prefiero no ir al desayuno —dijo con sus manos refugiándose ahora en los bolsillos del pantalón de su traje.

—Yo tampoco —pronuncié y su ceño se frunció más de lo normal a la vez que ladeaba su cabeza.

—No quiero arruinarte más la noche. —Suspire, viendo realmente inservible volver a recordarle que realmente era con él con quien quería estar.

—¿Quieres que vuelva a casa contigo? —formulé pillándole por sorpresa, Miles pestañeó varias veces antes de responder.

—Supongo, pero ya te lo he dicho, no quiero arrui...

—Entonces larguémonos de aquí, ¿qué te parece si de camino paramos en una pastelería cerca de la zona y compramos nosotros nuestro propio desayuno? Podemos comerlo en el piso. —Miles asintió evitando hacer contacto con mis ojos y decidí tomarlo como una de esas reacciones que siempre tenía cuando mostraba que me apetecía pasar tiempo con él o me importaba, era como si toda la arrogancia y la frialdad que le caracterizaban fuesen sustituidas por timidez e incomodidad.

(...)

—Creo que vas a ser tú quien termine por comerse eso —habló Miles cuando, después de habernos comido dos bollos de crema, aún quedaba uno.

—A la mitad. —Sonreí abiertamente cuando le escuché suspirar, confirmándome que aceptaba la propuesta. Rompí de manera desigual el bollo y me aseguré de que no me estuviese mirando para hacer que se comiese el más grande.

—Oh, no, tú vas a comerte el trozo grande —impuso descubriendo mis intenciones y mirándome con diversión en sus ojos.

—No quiero —negué infantilmente y ladeó la cabeza.

—Ya te he visto comer como una pequeña cría de dinosaurio, ¿qué más da que te vea comer el trozo más grande? —dijo y me crucé de brazos observándole con los ojos escudriñados.

—Por eso, lo he notado y me incomodas.

—Es que realmente disfrutas comiendo, es apasionante —se burló de mí provocando que rodase mis ojos y frunciese el ceño demostrando un falso enfado.

—Ahora sí que no pienso comer —sentencié y Miles enarcó una ceja, mirándome durante varios segundos, lo que me dio tiempo para poder observarle, con su corbata desanudada, los primeros tres botones de su camisa desabrochados y una expresión despreocupada en su rostro.

—Gruñoña —murmuró entre dientes, pero sabía que su principal objetivo era que yo le escuchase.

—¿Ahora soy yo la gruñona, señor me hago el sordo para que te alejes de mí? —Y esta vez, realmente vi una pequeña sonrisa de Miles en su rostro, divertido por traer al recuerdo aquellas primeras veces que habíamos coincidido, básicamente hasta hacia dos semanas no había decidido dejar de ser tan extremadamente desagradable conmigo.

Inferno.Where stories live. Discover now