X.

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—Estoy en una relación amor/odio con este hombre, Indie. —Fueron las primeras palabras que Holden pronunció cuando le conté todo lo que había pasado con Miles.

—¿Qué?

—Es un cabrón y un hijo de puta, pero está bueno como el infierno, Indie, tienes que reconocerlo.

—¿Sabes lo que pienso? Que quizá él sea el infierno, quizá todo lo que estoy haciendo por "intentar" conocerle más a fondo es una mierda porque debería fiarme de las primeras impresiones, algo me dice que Miles no tiene demonios internos como todo el mundo, él es el mismísimo demonio.

—Indie, no dramatices tanto...

—¿Qué no dramatice? Tú no viste como me miró cuando le dije lo de la muerte de sus padres. —Holden se encogió de hombros, no apoyando mi opinión hacia nuestro vecino.

—Yo también habría enfurecido si te metieses en cosas que no te incumben, investigamos sobre él, sacando sus cosas sucias a relucir y tú se lo echaste en cara, ¿cómo se supone que deba actuar? Yo podría haber hecho lo mismo.

—Tú no me habrías empujado contra la pared. Dos veces

—Porque con estos brazos a penas puedo mover el sofá, Indie. —Los levantó queriendo que viese que lo que decía era verdad, pero yo lo sabía bien.—Se supone que tú deberías saber que algo pasa con ese chico, tú eres la estudiante de psicología, yo solo me dedico al periodismo.

—Y lo sé, Holden... Una parte de mí me dice que Miles no fue el que provocó el accidente en su casa, que algo muy fuerte y doloroso tiene que haberle pasado para ser como él es, ¿pero qué? Siento que quiero saber tanto de él que estoy perdiendo el control de lo que hago, no debería importarme tanto su vida. —Suspiré exasperada mientras recostaba mi cabeza en el sofá y escuchaba a Holden reír suavemente.

—Siempre te han gustado las causas perdidas, yo era uno cuando nos encontramos por primera vez. —Miré a los ojos azules de Holden y sonreí, recordando como en junio de aquel mismo año, yo acaba de mudarme y Holden se encontraba a la salida de una discoteca teniendo una pelea con el que había sido su único amor, justo después y en frente de mí, el chico le dejó confensándole haberle estado poniendo los cuernos durante varios meses, él se fue y yo me quedé consolando el desastre que en esos momentos era Holden, y así fue como nos conocimos.

—Quizá tengo que aceptar que hay algunas causas perdidas que no quieren ser encontradas. —Eché mi flequillo hacia atrás nuevamente y la puerta de casa se abrió, dejando ver a una Cara que vino caminando al salón con los puños cerrados intentando no romper a llorar.

—¿Qué pasa, Cara? —Holden dijo cuando nuestra rubia amiga se paró frente a nosotros, y para terminar quebrándose y sentándose a mi lado que pasé mi brazo a su alrededor, atrayéndola a mí mientras derramaba lágrimas en mi hombro.

—Se acabó —pronunció entre sollozos provocando que tanto Holden como yo frunciésemos el ceño.

—¿Riley? —Sorbió la nariz y besé su cabeza, queriendo darle apoyo, las cosas entre ambas siempre se habían basado en ser una montaña rusa con sus altos y sus bajos, las cosas estaban peor últimamente y, por mucho que les doliese, ambas sabían que se harían más bien estando separadas por un tiempo.

—¿Cómo ha sido? —Holden quiso saber con los ojos llenos de preocupación y me levanté del sofá antes de que pudiese responder.

—Esto se merece que abramos una de esas tarrinas de helado para momentos desastrosos, hoy toca una de nuestras tardes.

(...)

—Ahora es cuando le besa —Cara pronuncia con desgano, adelantándonos el final a Holden y a mí.

Inferno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora