XIII.

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Miré alrededor del salón, verificando por séptima vez que todo estuviese en orden y presentable, eran las ocho menos cinco y ni siquiera sabía si Miles vendría al final, algo de lo que decidí salir de dudas cuando escuché el timbre. Conté hasta cuatro antes de abrir la puerta y mis ojos se abrieron al observarle.

—¿Qué? —quiso saber mientras se encogía levemente de hombros y se miró así mismo.

—Vas... Arreglado, yo sigo igual que esta mañana —dije, observando su camisa blanca y sus vaqueros negros, no iba realmente elegante que digamos, pero yo me encontraba delante de él con una sudadera vieja y unos calcetines hasta las rodillas.

—Ah, claro. —Ladeó su cabeza hacia un lado mientras me observaba. —Tú lo que querías era que viniese como esta mañana. —Hizo una pausa mientras sus ojos me observaban y añadió—: Sin camiseta.

—Yo no...

—No tendrás tanta suerte, Harris —me interrumpió andando hacia mí, haciendo que me echase hacia un lado y él pudiese pasar dentro de la casa—. ¿Cenaremos pizza? —Caminó hasta el salón y se metió las manos en los bolsillos mientras esperaba mi respuesta.

—Sí, ¿cuál vas a querer? —Cogí el móvil de la mesa de la mesa y marqué el número de la pizzería el cual me había aprendido de memoria de tantas veces que había llamado.

—Mm, barbacoa. —Sonreí interiormente al descubrir que también era la que yo quería.

               (...)

La pizza había llegado a los cinco minutos de ordenarla, y caminé a la cocina para coger los vasos y algo de beber, abrí la nevera y observé como en ella había una botella de champán, cogí la nota que esta tenía pegada en un lateral.

"El champán se utiliza en las ocasiones más calientes. Esperamos que la uses.
H y C."

Negué con la cabeza mientras sacaba la botella mirándola con diversión, aquello era muy típico de Holden y Cara.

—Vaya, ¿champán con pizza, Harris? —Miles había entrado en la cocina y me miraba divertido apoyado en el marco de la puerta de esta, sus brazos cruzados encima de su pecho y no pude evitar notar como la tela de la camisa se tensaba entorno a sus bíceps.

—Holden y Cara la han dejado aquí, no tenía ni idea —confesé y no recibí ninguna respuesta de Miles, giró sobre sus talones y salió de la cocina.

—Por mí, puedes traerla. —Le escuché decir desde el salón, y así lo hice cogiendo dos vasos para ambos.

Miles estaba sentado en el sofá y se llevó el primer trozo de pizza a la boca mientras yo le daba un sorbo al champán, comprobando que realmente sabía bien.

—Esto está siendo tan incómodo como creí que sería. —Sin poder evitarlo, las palabras salieron de entre mis labios y observé como Miles me miraba de reojo a la vez que masticaba.

—¿Entonces por qué me invitaste en primer lugar? —indagó y me encogí de hombros cogiendo un trozo de pizza siendo ahora él el que bebía de su vaso.

—Ni siquiera yo lo sé —confesé y de nuevo el silencio reinó en la habitación.

—Me gustaría saber cosas de ti, ya que tú sabes cosas de mí. —Sus palabras me dejaron desconcertada pues parecía que realmente le interesaba algo de mí.

—Pero yo apenas sé cosas de ti.

—Ya son más de las que yo sé. Escucha, tu amenaza no fue una simple hoja de papel que va a quedarse así, con ello te hicieron saber que estabas ahora en todo esto, y necesito saber cosas que ellos puedan utilizar en tu contra —dijo mirándome esta vez directamente a los ojos, confirmándome que no se estaba interesando en mí porque realmente quisiese, sino porque debía, porque en el fondo se sentía culpable de haberme metido en todo aquello, siendo que había sido yo la que lo había ocasionado.

Inferno.Where stories live. Discover now