XVIII.

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Habían pasado algunos días después de aquella tarde en el apartamento de Miles, tras su confesión yo únicamente había sonreído y estuvimos viendo un partido de fútbol americano que televisaban desde América, era impresionante como, a pesar de que este era tan solo un juego de instituto, estaba realmente interesado en él. Poco después decidí despedirme e irme finalmente a casa, llevándome esa crema que me sirvió para aliviar el dolor del golpe de mi abdomen durante los siguientes días que me había encontrado encerrada en mi habitación haciendo trabajos para después de las vacaciones y estudiando para los parciales. Podría decirse que acercarme más a Miles me había hecho avanzar bastante con el proyecto de escritura creativa en el cual resaltaba su manera de creer que no tenía salvación, pero a su vez estar gritando en silencio porque alguien intentase buscarla. No le había visto desde entonces aun viviendo pared con pared, pero apenas había tenido tampoco tiempo para ello. 

—¡Dime que me echabas de menos! —Escuché la voz de Holden gritándome desde la entrada y reí frente a mi escritorio para seguidamente salir de mi habitación casi corriendo y llegar a donde él se encontraba para abrazarle.

—Cinco días son demasiado aburridos sin tu molesta presencia, ¿lo sabías? —bromeé mientras aún me sostenía y rio sobre mi pelo para seguidamente separarse.

—Yo solamente quería volver por mi irritante familia, porque lo cierto es que tuve entretenimiento con un chico el día de Navidad. —Me dedicó su típica mirada de triunfo y no tuve que preguntar para saber qué era lo siguiente que había pasado, me senté en el sofá esperando a que Holden dejase la tarea de deshacer su maleta para después y comenzase a contarme lo que había ocurrido, pero en vez de eso, observó la camisa que Shawn había utilizado el día que se quedó a dormir, la cual había planchado pero no me había acordado de llevar de vuelta a su sitio, y en ese momento se encontraba en la mesa de comedor, la sonrisa traviesa que Holden me dedicó me hizo rodar los ojos.

—No es lo que piensas —pronuncié y se cruzó de brazos esperando una explicación con aún aquella sonrisa en sus labios—. Tuve un problema con Shawn y se quedó a dormir aquí.

—No sabía que te gustaban los inexpertos. —Las cejas de Holden subieron y bajaron rápidamente y negué con la cabeza mientras reía.

—Sólo cállate y déjame que te explique.

            (...)

Entré en el apartamento de Ezra el mismo día de fin de año, esa noche cenaríamos todos juntos y él tenía unos problemas con la ropa que usar ya que luego iríamos a una fiesta en el norte de Londres. Dexter salió de la cocina sin camiseta y una amplia sonrisa en sus labios, caminó hasta el salón para quedarse parado antes de entrar sin siquiera dirigirse a mí.

—Parecen buenos días para ti, Dex —deduje con diversión y entrecerró los ojos mirando por todas las partes del salón.

—Aquí ha pasado algo... —Me crucé de brazos esperando a que continuase, y seguidamente juntó las palmas de sus manos rozándolas suavemente como si estuviese analizando algo. —El sujetador olvidado en el suelo, la manta del sofá revuelta... Alguien ha tenido sexo en esta casa.

—Has sido tú, ¿verdad? —adiviné mientras enarcaba una ceja graciosa y, después de unos segundos que se mantuvo mirando al frente, se encogió de hombros.

—Sí. —Reí mientras negaba y ahora sí me miró con una de sus típicas sonrisas traviesas que siempre me dedicaba.

—Eres repugnante —insulté y me guiñó un ojo divertido.

—¿Vienes a elegir qué ropa se pondrá Ez? —Asentí caminando a su habitación seguida de Dexter. —¿Y puedes elegir mi ropa interior? Realmente no sé cuál llevar. —Golpeé su hombro provocando una ronca risa de su parte. —Me tomaré eso como que prefieres verme sin ella.

Inferno.Where stories live. Discover now