Mi secuestrador..

Capitulo 3 part II

Estuve por horas en la camioneta, jamas se detuvieron y de ves en cuando intercambiaban palabras o sonaba el móvil yo estaba nerviosa y solo podía mirar el camino que estaba completamente  desolado. en ese instante medí cuenta que nos encontrábamos muy lejos de la cuidad o mejor dicho en una zona rural. de pronto los tres hombre comenzaron a arreglarse y cada vez mas seguido sonaba los móviles de los tres. estábamos por llegar a nuestro destino.

Una enorme mansión se asomaba sobre los imponentes arboles a su alrededor. una gran reja fue abierta a nuestra llegada. muchos hombre vestido igual que mis secuestradores les pedían identificación y cambiaban palabras entre ellos. al entrarnos mas pude ver claramente. Era una mansión estilo occidental con un pequeño aire al de un palacio, la cual era resguardad por muchos guardias los cuales estaba en distintas partes de la entra, no muy alejo de ella.  cuando frenaron, se bajaron los tres con rapidez y el acosador me tomo del brazo y con rudeza me saco del vehículo. yo gemí de dolor al brusco e inesperado tirón, me volví asía el y lo mire con odio aunque el ni se percato.  subimos unas enormes escaleras asía la puerta principal la cual se abrió mucho antes que nosotros llegáramos a ella.  cuando por fin entre, pude verla claramente. no tenia nada de que envidiarle a un palacio simplemente era hermosa.  miraba por todos lados cuando uno de ellos le ordeno al acosador que me desatara. este lo dudo un minuto, yo lo mire con ira y estaba segura que el de ciaba golpearme pero yo ya sabia que no podía.

- Sera mejor que te comportes maldita - dijo mientras desataba las amarras.  lo ignore por completo. cuando me desato, mis manos estaban marcadas, las mire y con mucha pena comencé a sobarlas para borrar esas horribles marcas que quedaron, las lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas. los tres sujetos me miraron sorprendido no esperaban que me pusiera a llorar así de pronto. - oye, no llores, harás que nos metamos en problemas estúpida - me grito.

- Cállate hijo de puta - le grite histérica mientras lloraba. abrió los ojos de par en  par quedando anonadado por mi repentina respuesta. no se la esperaba para nada.  mi cabeza giro tras la rápida cachetada que me dio. rápidamente gire mi cabeza para mirarlo poniendo mi mano sobre mi cara. estaba furioso y yo igual no lo soportaba era un hombre asqueroso. - ERES UN MALD...- 

Una voz ronca y cansada me interrumpió.

- ¿Puedo saber por que ahí tantos gritos en mi casa? - dijo calmada mente. un anciano estaba bajando por las escaleras que se encontraba frente a nosotros. note como todos se pusieron nerviosos y también como el idiota se alejaba cada ves mas de mi. mejor así no lo quiero cerca.  - respondan me, ¿ por que esta señorita estaba gritando?. 

todos se pusieron tenso. ¿ que pasa?,  hasta ahí quedo lo valiente.  nadie contestaba por lo que decidí contestar.

- Por que ese maldito me a golpeado - dije apuntando directo al acosador. todos me miraron atónitos, pero a la vez podía darme cuenta que estaban asustados. el anciano me miro igual de sorprendido, pero luego se dirigió a los otros dos amigos del acosador.

- díganme. - pauso un segundo - ¿ quien es esta señorita tan insolente?  - dijo calmada mente a los sujetos. ellos saltaron de nervio al ver que el anciano se dirija a ellos  y muy nerviosos o mejor dicho tartamudeando contestaron. 

- Ella es la chica del contrato 216 - pauso -  mi señor - dudo al final. ¿ contrato 216? de que están hablando yo no tengo contrato con nadie. el anciano comenzó a acercase a mi y me miro de pie a cabeza, eso me incomodo mucho y no supe como reaccionar a ese movimiento.

- Sera mejor que la lleven a su cuarto - Dijo seriamente mientras me miraba - no quiero que la lastimen, necesito que este muy agusto en mi casa. 

  Lo mire sorprendida. De pronto los dos amigos del acosador me tomaron por los brazos y me forzaron a subir las escaleras por la cual el anciano había bajado. trate de liberarme pero ellos cada vez me sujetaban mas fuerte, me lastimaban pero el miedo de ser golpeada o abuzada me impedía defenderme.