Capítulo 8: La motocicleta.

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- ¿Así está bien? - pregunte insegura.

Estaba montada a horcajadas en la motocicleta de Max mientras él se posicionaba a mi lado sosteniéndome para que no me cayera, tenia las manos sobre el manubrio, las cuales temblaban un poco al igual que mis piernas, mis pies estaban apoyados en algún lugar en la parte baja a los lados de la motocicleta. La verdad es que no termino de aprenderme ninguno de los términos de este aparato infernal, solo lo básico, lo que lleva el mismo nombre que las bicicletas.

Me encuentro en la pista de motocrós, gracias a los cielos no había nadie, no quería que me vieran mientras intentaba hacer funcionar la motocicleta. Pasamos varios minutos en los que Max, y hasta yo misma, me convencía, me daba ánimos y valor para que me montara en la motocicleta. Era ya la tercera vez que me explicaba cómo hacer andar aquel aparato y yo seguía sin entender absolutamente nada, no porque fuera complicado, pues la verdad no lo era, lo que realmente pasaba era que el miedo, o mejor dicho pánico, se habían apoderado de mis sentido y no podía escuchar bien lo que me decía, tenía que prestar mucha atención pues solo veía sus labios moverse sin escuchar sonido alguno.

Después de varias respiraciones profundas y las pacientes explicaciones de Max, ¡Dios, este hombre si tiene paciencia!, algo en mi cerebro hizo que reaccionara y pude entender lo que me decía, es más, mis sentidos y extremidades estaban despiertos pidiendo algo de acción. Supe de inmediato que la adrenalina era la estúpida causante de mi repentina emoción y ganas de dirigirme a mi muerte segura.

- Así está bien - me aseguro Max, mirando con ojos críticos cada milímetro de mi cuerpo asegurando desde la posición de mis manos, la inclinación de mi cuerpo, el ajuste de mis piernas y el apoyo de mis pies. Vacilante, mostro una sonrisa pícara y añadió mientras sostenía el casco en lo alto antes de colocármelo en la cabeza -. ¿Tal vez un beso para darte ánimos?

- Te lo dije - respondí riendo -, es como droga.

Adopto mi comentario como si le diera permiso y se inclinó dejando un ligero y casto beso en mis labios. Introdujo el casco en mi cabeza y se alejó de mí sin estar muy seguro. Inspire profundamente, me apreté más a la motocicleta mortal y expulse todo el aire mientras aceleraba.

Lo primero que sentí fue un tirón algo brusco que me jalo un poco hacia atrás, pero no desacelere, luego vino la sensación de velocidad, sentí mis manos sudorosas, pero estas estaban firmes en su lugar al igual que mis piernas. Me entro una sensación extraña en el estómago y no pude evitar soltar una risita, esto era realmente emocionante. Seguí andando hasta la primera curva, no era tan pronunciada y Max me había explicado con lujo de detalles como tomarla, incline ligeramente la motocicleta y sentí como aumentaba la sensación en el estómago, me atreví a acelerar un poco más y solté una estruendosa carcajada, escuche a lo lejos como Max reía también y me vitoreaba. Por un arrebato de estupidez me saque el casco para sentir el viento en mi cara, algo torpe, enganche en casco en manubrio y al alzar el rostro sentí el viento golpear mi cara, era una sensación exquisita.

La pista terminaba donde empezaba, así que después de muchas curvas y una cuantas rectas observe el final, Max estaba parado ahí con una sonrisa resplandeciente en el rostro que me contagio. Justo cuando estaba por parar a su lado me di cuenta que no sabía cómo parar, el pánico me inundo, no me acordaba como frenar la motocicleta, empecé a gritar cada vez más fuerte, observe como Max gesticulaba con las manos y en un momento dado empezó a agitar los brazos, pero seguía sin entender nada de lo que decía.

De un momento a otro perdí total control de la motocicleta y el manubrio comenzó a girar de un lado a otro, la motocicleta completa empezó a dar tumbos y me lanzo por los aires, por inercia coloque mis brazos cruzados sobre el pecho, algo aprendido de caídas anteriores de las que había salido mal herida. El primer impacto lo recibió mi costado derecho mientras me deslizaba un poco, luego, todo el peso restante cayó en mi hombro enviando una punzada de dolor tan fuerte por todo el cuerpo que me hizo aflojar todos los músculos que no sabía había tensionado, sentí lagrimas resbalar por mis mejilla y por último, mi cabeza impacto contra el asfalto haciéndome ver todo negro a las puertas de la inconsciencia.

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