Capítulo 25: Decisiones que cambian la vida.

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El mes de julio ya casi llegaba a su fin. Hacía casi tres meses le había declarado mi amor a Max y el aun no me correspondía. Claro que sabía que me amaba, me lo decía todo el tiempo, pero yo esperaba como mínimo un gran poema de amor con todos sus sentimientos hacia mí ahí plasmados. Eso aun no ocurría y la realidad era que Max estaba últimamente muy irritable, se estresaban con cosas simples, perdía la paciencia en pocos segundos y aveces estaba un poco gruñón. Todos cambios de humor eran tan extraños en 'el que llegue a pensar que era una mujer en secreto y estaba en la semana en la que lo visitaría "Andrés".

Sacudí mi cabeza alejando esos pensamientos incoherentes y fuera de lugar en estos momentos. El susodicho hormonal estaba sentado frente a mí con su, últimamente típica, cara de pocos amigos. Estábamos haciéndonos preguntas el uno al otro preparándonos para uno de los últimos exámenes antes que empezaran las vacaciones. Ahora que lo pensaba, lo más seguro era que a eso de debieran sus cambios de humor, habíamos estado bajo mucha presión los últimos día, entregando informes y presentando pruebas orales y escritas, que apenas teníamos tiempo de dormir y comer. Nos la pasábamos todo el tiempo libre disponible estudiando. No habíamos compartido mucho "tiempo de calidad" juntos, aunque no nos despegábamos él uno del otro. La máxima intimidad que habíamos compartido eran unos cuando besos de piquito, sin contar el hecho de que desde que habíamos empezado a estudiar dormíamos juntos, separados por montones de hojas, guías, apuntes, lápices y cosas por el estilo regadas por toda la cama.

Su expresión se torno más severa y me di cuenta que llevaba más de diez segundos esperando mi respuesta. ¿Cuál era la pregunta? Al estar divagando me había olvidado por completo que seguíamos estudiando y el estaba esperando una respuesta. Después de unas cuantas horas el primer día que habíamos estudiado juntos hace unos cuantos meses, había descubierto que su capacidad para esperar mi respuesta no iba mas allá de dieciséis segundos, si tardaba mas de eso el reía divertido y me decía la respuesta mientras yo le sacaba la lengua y le aseguraba que ya lo sabía. Pero con el Max gruñón ya no era así, si no contestaba a tiempo, me soltaba la respuesta fastidiado y seguía bombardeándome con más preguntas. Si tan solo pudiera recordar la pregunta. Muy tarde, me dije al verlo cerrar los ojos e inspirar profundo.

- No tiene Aria - dijo resoplando, obviamente fastidiado -, esa bacteria no tiene vacuna.

- Ya lo sabía - dije a la defensiva aun sin recordar de que bacteria me hablaba.

- No mientas - dijo volteando los ojos -. Ni siquiera sabes de qué bacteria te estoy hablando.

- Esta bien, me distraje - admití -. Pero es que es demasiado, no paramos de estudiar en días y creo que tanto estrés y presión te tienen de mal humor.

- Yo no estoy de mal humor - dijo resoplando con molestia.

- Claro que si - replique sonriendo de medio lado -, si hasta resoplas como un toro molesto.

- No es por eso que estoy así - contraataco medio susurrando.

- ¿Entonces por qué? - pregunte interesada, pero simplemente miro hacia otro lado ignorando mi pregunta. Decidí pasar por alto su mal humor, el cual estaba pensaba tenía que ver con la presión de los últimos días de clases, y se me ocurrió una idea que podía funcionarnos a los dos -. No importa, se porque estas así y tengo una idea para que dejes tu mal humor. ¿Por qué no salimos un rato al parque que está en la esquina y nos despejamos un poco? Podemos llevar algo de comida y descansar un rato de tanto estudio, siento que la cabeza se me va a fundir, ya no me entra más información y tengo el cerebro recalentado.

- ¿Crees que salir al parque me quite el mal humor? - pregunto con una sonrisa burlona de medio lado.

- Por supuesto - dije segura y animada. Me dirigí a la cocina y empecé a sacar las cosas que no llevaríamos -. Necesitas relajarte y alejarte del estrés aunque sea por una tarde.

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