Capítulo 21: Tarde de estudio.

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- ¿Como se llaman las células del sistema inmune que guardan memoria? - pregunte mientras pasaba hojeaba el libro que tenia entre las manos. Si la miraba a los ojos mientras le hacía las preguntas, ella no seria capaz de responderlas.

- Linfo... Linfocitos... ¿B? - respondió insegura.

- ¿Estás segura? - pregunte -. Tienes que estar segura de tu respuesta.

- Linfocitos B - respondió nuevamente -, estoy bastante segura.

- Es correcto - dije sonriéndole al libro -. La próxima vez, asegúrate de contestar con seguridad, no importa si la respuesta es incorrecta, tienes demostrar que estás segura de lo que dices. Esta profesora en particular, tiene la manía de bajar puntos a tu nota final si no estás segura a la hora de contestar. Es por eso que ahora te hare las preguntas mirándote a los ojos. Por mucho que te desconcentres, ella hará lo mismo y tienes que ser capaz de poder responder.

- Perfecto - dijo con fingida alegría.

- Oye, no te alegres tanto - la regañe en broma -, las próximas preguntas serán más difíciles.

- Comienza con las fáciles primero - pidió -. Así me será más fácil acostumbrarme a tener tus penetrantes ojos en mí, mientras intento decir la respuesta correcta.

- Este bien - dije negando con la cabeza -. Sabes Alicia, no es tan difícil. Te sabes las respuestas, estudiamos juntas, lo único que tienes que hacer es decirlas.

- Sí, claro - dijo resoplando -. Es fácil para ti decirlo, eres inteligente, yo no.

- No digas eso - la reprendí. Era normal para mí ver a la Alicia que era insegura y se menospreciaba, nadie más tenía ese honor. Suertudos. -, tu también eres inteligente, haz mejorado mucho desde que te conocí.

- Dejemos algo en claro - dijo con su tono arrogante. Y esta devuelta amigos míos, la Alicia que todos conocen está de vuelta, no se preocupen, no es contagioso. -, de las dos, tu eres la inteligente y yo la bonita, sexy, ardiente e imagen del grupo.

- ¡Oye! - exclame indignada -, yo también soy bonita.

- ¿Pero eres sexy, ardiente e imagen del grupo? - dijo volteando los ojos -. Podrás ser muy bonita cariño, y no lo digo por ser cruel pero, si no te esfuerzas un poco en resaltarlo, las personas no te notaran, ni siquiera te miraran de reojo. Solo por curiosidad, estás segura que Max no preferiría verte con unos jeans ajustados, una blusa que realce tus curvas, un ligero toque de maquillaje y... no sé cómo decirlo con tacto, pero, no sé ¿peinada? En vez de ir con un mono de pijama, una franela tamaño familiar con machas de café y salsa, sin siquiera un brillito en los labios y el cabello en ese estado. Eres toda una mata pasiones.

- Max me ama - dije en defensa propia -. No creo que le importe mucho como me vea.

- Créeme que le importa - dijo con total seguridad. Ojala contestara así las preguntas del examen -, a todos los hombre les importa. El puede amarte mucho, pero créeme cuando te digo que la apariencia importa.

- No comparto lo que dices - dije tercamente.

- Déjame ponértelo de este modo - dijo obviándome por completo -. Imagina que tienes... no le sé, dos camas frente a ti. La primera es grande, con sabanas blancas y limpias, con cobijas, cobertores, cubrecama, lo que quieras... todas ellas reconfortantes y acogedoras, y además, tiene unas relucientes y gorditas almohadas que deben sentirse como el cielo cuando pongas tu cabeza en ellas. Ahora imagina la segunda cama, con unas sabanas que en sus mejores tiempos fueron blancas, llena de tierra, con una sabana rota y manchada de barro seco, almohadas tan flacas que casi no se notan, sobresaliendo de sus fundas dejando un buen pedazo de tela en donde se puede ver todo tipo de manchas alarmantes. ¿En cuál cama te acostarías?

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