Capítulo 13: Instintos asesinos.

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Observe como cierta pelirroja se acercaba a nuestro encuentro, contuve la respiración y rápidamente se me tensaron todos los músculos del cuerpo mientras nacían en mi instintos asesinos que no creí poseer.

De inmediato Valentina noto que algo andaba mal, siguió la dirección de mi mirada y cuando observo a la pelirroja que estaba cada vez más cerca de nosotras me dedico una mirada interrogativa, nos observamos a las ojos y le di a entender quien era. A veces es increíble la capacidad que tienen las personas para comunicarse sin palabras, solo mirándose a los ojos y dedicándose pequeños gesto. Solamente poseo esa capacidad de comunicación no verbal con Valentina y Ariel.

Ester esperaba en la acera a unos dos metros de distancia de nosotras. Un recuerdo de ella en la boutique de mi abuela me confirmo quien era, no obstante su estomago estaba ligeramente mas abultado que la ultima vez, aunque creo que la noción de saber que estaba embarazada me hacía notarlo como no lo había hecho la primera vez. Observé como los nudillos de Valentía se volvían cada vez mas blancos de lo fuerte que apretaba el volante, la agarre por la muñeca para que me devolviera la mirada ya que estaba enfocada en Ester con una profunda mirada de odio.

- Vale - la llame por su apodo -. Solo vamos a ver que quiere ¿está bien? nada más.

- Dime por favor que esa no es Ester - dijo entre dientes mientras apretaba la mandíbula y aferraba aun más fuerte el volante -. Dime que la perra que me robo a mi ex no es la misma perra que te esta atormentando a ti porque si es así hoy matare a esa perra y disfrutare de ello.

No puede ser, esto es lo que faltaba, por favor Diosito, no me incluyas en un drama novelero.

Eric, el ex de Valentina, había estado saliendo con ella por más de un año y ella lo había terminado cuando se entero que la engañaba, él le había jurado que no lo hacía y ella decidió darle el beneficio de la duda, gran error, al día siguiente lo había sorprendido en la cama con ella. Fue un golpe muy duro para Valentina, quien me había llamado desesperada pidiendo que fuera a visitarla, no me dijo el motivo y cuando llegue a su casa se tiro en mis brazos y me conto todo, me pidió que la ayudara, pues era la semana de sus exámenes finales de semestre. La ayude a estudiar, la obligue a comer y a dormir, vigilaba su teléfono y que nadie la perturbara por el momento, durante toda esa semana ella se mantuvo sin expresión, parecía un zombi, no derramo una lagrima, cada vez que estaba a punto de perder el control respiraba hondo y cerraba los ojos, conteniendo la respiración por demasiado tiempo.

Una vez hubo hecho la última prueba, llego a la residencia y todo su autocontrol se derrumbo, durante cinco días se desahogo, lloraba sin parar, no quería comer, no quería hablar, ni siquiera hacia sus necesidades básicas. Estuve muy preocupada por ella, no me separe en ningún momento de su lado. El sexto día, paró de llorar, se seco la lagrimas, se metió en el baño y salió a las dos horas con un vestido corto y tacones a juego, me miro a los ojos en inmediatamente supe que quería. Me arregle junto a ella y fui su chaperona durante toda la noche. Después de ahí Valentina volvió a ser la de siempre, aunque sus relaciones amorosas no fueron las mismas, nunca más hablamos sobre el tema y era una mala jugada del destino que la misma persona que estaba tratando de arruinar mi reciente felicidad fuera una de la que había destruido a mi amiga.

- Vale, mírame - le exigí, cuando obtuve su atención la mire a los ojos recurriendo a todo el poder de convicción que me caracterizaba algunas veces -. Justo en este momento, soy muy consciente de lo que ella te hizo y lo que está tratando de hacerme, así que te ruego que no le dejemos ver lo mucho que nos afecta y solo veamos que quiere, está embarazada y no podemos hacerle nada, además sabes perfectamente que si cometes alguna locura, sea lo que sea que estés pensando, la ley está de su parte.

- De acuerdo - cerró los ojos bruscamente y asintió mientras mis palabras traspasaban las barreras de todo su odio acumulado, poco a poco aflojo el volante, y abrió los ojos con determinación, vi en su expresión la verdad de sus palabras -. La dejare hablar, esta vez soy yo quien está para ti.

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