Capítulo 12: Vacaciones.

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"Él es mío perra.

Ester."

Cinco veces. Cinco veces había leído el mensaje esperando que fuera una equivocación, pero no, seguía ahí. De pronto, sentí que alguien me agarraba por los hombros y me sacudía un poco mientras pronuncia mi nombre. Levante la vista del teléfono aun en estado de shock y me tope con una preocupada Ángela.

- Aria - dijo mientras me sacudía otra vez -. ¿Qué tienes? ¿porque estas tan pálida?

 - ¿Qué? - pregunte enfocándola mejor mientras sentía como volvía a respirar con normalidad -. Nada, no pasa nada.

Obviamente Ángela no iba a dejar esto así, lo supe en el momento en que vi esa mirada aparecer en sus ojos, esa que siempre usaba cuando sabia que algo me pasaba. Me jalo suavemente del brazo haciendo que me sentara junto a ella en el mueble blanco del salón.

- Mamá salió con Thomas a comprar algo para la cena, Ariel está en una cita y Claire está dormida, estamos solo tú y yo, relativamente - clavo sus ojos en mi con esa mirada que te hacia tensar todos los músculos del cuerpo, te faltara aire en los pulmones, tu corazón latiera considerablemente más rápido y tu cerebro pidiera contar cada uno de tus secretos más profundos -. Escúpelo.

Esta última palabra, cuantas veces me la había dicho Ángela antes de que literalmente le escupiera todo lo que me pasaba. Me conocía perfectamente, casi tanto como yo a ella, sabía que podía confiarle lo que fuera, pero no estaba segura si debía contarle lo de Max. Ángela debió ver la indecisión en mis ojos, se hecho el cabello hacia atrás de los hombros y tomo mis manos entre las suyas mientras les daba un suave apretón para darme ánimos.

Ella era rubia, realmente rubia, su cabello daba la apariencia de ser dorado y formaba hermosas ondas naturales que le llegaban a la cintura. Era tan blanca como yo, compartíamos los mismo rasgos, aunque los de ella eran más refinados, sus ojos eran casi tres tonos más claros que los míos, casi de color miel, aunque alrededor de la pupila eran de un verde claro. Su boca era más fina que la mía y de un color rosa pastel, su nariz era algo fina y perfilada, la cual la hacía lucir en ocasiones arrogante. Era delgada, pero del tipo sano, sus uñas estaban cortadas, limadas y pintadas perfectamente de un color rosa perlado, llevaba un vestido ceñido al cuerpo de mangas cortas y cuello redondo color blanco que le llegaba a la rodilla, unas pequeñas perlas blancas a juego adornaban sus orejas y cuello, una delgada pulsera de plata era el único adorno que llevaba en las muñecas, de la pulsera colgaba un pequeño dije muy parecido al que yo llevaba en el cuello. En el dedo anular de su mano izquierda, resplandecía su alianza. Ángela era muy hermosa, pero eso a ella nunca pareció importarle, no le gustaba maquillarse más de lo necesario y la verdad, tampoco es que le hiciera falta, ella junto con Thomas eran arquitectos con algo de fama en las ciudades cercanas. De vez en cuando, se aparecían en la casa a comer o simplemente a pasar el rato con nosotras.

Ella siempre me ayudaba en todo lo que necesitase, sin importar el que, así que había decidido contarle todo lo referente a Max. Necesitaba su ayuda y sus consejos porque no tenía la menor idea de que debía hacer, le había dicho a Max que estábamos juntos en esto e iba a cumplir mi palabra, así que tenía que resolver ese problema con Ester.

- Tengo novio - fue lo primero que le dije. No alce la mirada para ver su reacción, aun no, tenía que contarle todo antes -, acabo de llegar de una cita con el...

Por nueve minutos, con veintiséis segundos Ángela no dijo nada y dejo que le contara todo. Se los minutos y los segundos exactos porque lo único que mire durante ese tiempo fue el reloj colgado en la pared tras ella. Hablaba sin parar mientras seguía con la mirada la aguja del segundero, le conté como había conocido a Max, los encuentros que habíamos tenido, el pequeño accidente, obvie lo que había pasado en la parte de atrás de su carro esa misma noche y por último, le conté lo de Ester, incluyendo el mensaje que había recibido al entrar en la casa.

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