II- All These Things That I've Done

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George Ryan Ross III. Ese era su nombre, aunque en la organización lo llamaban por Ryan. Llevaba años ahí dentro, lo que indicaba que debía de haberse unido estando muy joven. Nadie sabía porque estaba ahí, de todas formas, y si él en un momento supo por qué se había unido a ellos, todo eso había quedado eliminado de su memoria en el proceso de iniciación.

Ryan era un hombre al que todos temían. Hubo una vez en su vida que no era cruel, que era efectivamente suave y bueno, pero eso había quedado en el pasado y ya no era tema de lo que hablar. Ahora, era un hombre increíblemente cínico, ambicioso, demente. Jugaba a ganar. Y tal vez, en circunstancias no tan extremas, eso no sonaría tan increíble, pero "jugar a ganar" para él, significaba obtener lo que quería, de la manera que quería, sin importar lo que se cruzara en su camino. Y sí: la mayoría de las veces, matar era necesario. No era un problema para él, de todas formas.

Vivía en un pequeño departamento en Los Ángeles, aunque casi nunca estaba ahí. El departamento era pagado por ellos, junto con el transporte y la comida y... todo. Así que, sí. Prácticamente vivía gratis. No es como que no gastara el dinero en nada, claro que no. Ryan era un hombre increíblemente inteligente, era necesario mencionar. Y podía arreglárselas para que nadie nunca se enterara de todos los hombres -y mujeres, algunas pocas veces- que iban a su departamento a visitarlo. De todas formas, no era como si ellos tuvieran mucha vigilancia sobre él. Ser uno de los mejores le daba cierto prestigio, y es que confiaban en él, y no se preocupaban demasiado. Él podía arreglárselas solo, siempre lo había hecho.

Si no estaba en su departamento, como la mayoría del tiempo, se encontraba en terreno, o simplemente en su oficina del piso 76. Nunca pasaba mucho tiempo en esta eso sí, porque los casos que le eran asignados nunca traían mucha investigación con sí. Ryan era un arma, increíblemente peligroso, y sería estúpido no aprovecharlo al máximo. 

La sangre corría por sus manos todos los días.

La vida de un asesino era complicada, ah, ojalá pudiera explicarlo. Pero nadie solía entender, la mayoría del tiempo. Tampoco es como si hiciera cosas malas. Él era un héroe. Deberían amarlo. El hecho de ser parte del Karma Police era lo único que lo hacía escapar de las garras del gobierno y la justicia. ¿Por qué? Por el simple hecho de que el Karma Police está por encima del gobierno. Ellos estaban por encima de todo. Bah, de todas formas no le hacía justicia a su poder. Todo lo que el podía hacer, todo lo que quería; estaba todo a sus pies.

Al entrar a la oficina de "Él", en el edificio base, se dirigió a la despensa antes de establecer si quiera contacto visual, y sirvió una copa de vino con delicadeza. La dejó de vuelta con cuidado y volvió su espalda para ver esos ojos penetrantes posados en él, en su copa de vino, en su torso delgado cubierto en una camisa negra, ajustada.

—¿Trabajo hecho?—escuchó la voz dirigiéndose a él, exigiendo una respuesta con desinterés. Había dejado de mirarlo, y había vuelto a el trabajo en la pantalla.

"Él" era el jefe de todo el Karma Police. Era el fundador, el creador. Todo. Su rostro era prácticamente desconocido para la mayoría de los internos, pero Ryan estaba tan acostumbrado a verlo que no se le hacía ningún problema. Sabía que no tenía que fingir ni mentir, y con eso estaría bien. Así, "Él" no le mataría. Al menos eso esperaba.
¿No lo había dicho antes? Ryan tenía privilegios. Tener ordenes directas de "Él" era uno de estos.

—En facto.—contestó, asintiendo lentamente mientras tomaba un sorbo de la copa. El suave sabor del vino produjo una sensación agradable en su boca.

—Hm.—asintió "Él". Nunca estaba de humor, nunca lo había estado, pero al menos le prestaba más atención a Ryan que al resto de los internos. Era la mejor carta que tenía, de todas formas. Era de esperar.

—Toma asiento.—ordenó, con voz autoritaria.

Ryan asintió y caminó hasta el sillón de cuero frente al caro escritorio, que era parte de la fina mueblería de la oficina. Se sentó con gracia. Después de unos cuantos segundos en silencio, su acompañante procedió.

—Tenemos noticias. ¿Recuerdas a ese sujeto que había estado causando disturbios hace un par de semanas?—Ryan asintió, sin ver hacia dónde de dirigía la conversación—. Pues lo hemos localizado otra vez. Y ahora sabemos quién es. Resultó ser no más que el jefe de ellos.

—Interesante. ¿Quién realizó la investigación?—preguntó el interno, su mirada penetrante buscando respuestas.

—Oh, nada más que Spencer. Él si que sabe investigar—Ryan acordó con lo dicho. Spencer era, en facto, brillante en investigar personas—. Pero ahora que lo tenemos identificado, queremos que tú te hagas cargo del resto, ¿Entiendes?

Ryan asintió lentamente, su mente vagando a las millones de posibilidades que podría eso significar.

—Tú vas a dirigir al escuadrón. Van a buscarlo, localizarlo, y matarlo. Y esto tiene que ser con la mayor eficacia posible. Necesitamos mantener nuestra imagen frente a esta gran ciudad, tu ya lo sabes, y él es una pieza esencial. Esto podría ser la misión más importante que hagas en toda tu vida—explicó, sonriendo con malicia—. Bien sabes lo peligroso que es, él siendo tan poderoso del lado contrario como nosotros en nuestro lado, pero yo y el consejo acordamos que tú eras el indicado. Si lo llevas a cabo efectivamente, serás nombrado Jefe de Investigaciones. ¿Qué tal?—finalizó.

Ryan permanecía boquiabierto en su lugar, su cuerpo petrificado por lo que acababa de escuchar. ¡Claro! Era perfecto. Era, de hecho, lo que llevaba esperando hace bastante tiempo. Además, no se veía como una operación tan complicada. Ryan había matado a integrantes de ellos antes y sospechaba que matar al jefe de todos esos bastardos no sería gran problema. Ellos tenían una gran desventaja; sentimientos. Y aunque sonara insignificante, es lo que los hacía caer la mayoría del tiempo.

Asintió lentamente, una sonrisa formándose entre sus labios rosados.

—¿Crees que puedes hacerlo, cierto?—preguntó "Él", en un tono casi irónico.

Ryan asintió con suficiencia, terminándose el vino que quedaba es su copa.

—Claro que sí. Será un placer.

"Él" sonrió de vuelta, haciendo un gesto que indicaba que podía retirarse. Ryan se paró con gracia otra vez, dejó la copa en la despensa de donde la había conseguido y se dirigió a la salida. La voz lo llamó unos segundos antes de que cerrará la puerta.

—¿Ryan?—la voz lo llamó. Este volvió la cabeza, para ver que sucedía.

—¿Sí, señor?—dijo en tono monótono, tal como un soldado hablaría.

—Recuerda. Esto es peligroso. No quiero que pase nada. Si escándalos y disturbios se crean por esto, la culpa recaerá en ti. Sabes lo que pasa si eso sucede, ¿Cierto?—el tono frío hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo del muchacho. Este hizo un ademán, restándole importancia.

—Claro. No hay de que preocuparse.

Su delgada silueta finalmente cerró la puerta de la oficina mientras se dirigía a la propia, rápidamente olvidando lo que le habían dicho. Pero qué lástima, debería haberlo tenido presente. De todas formas, en ese entonces no había nada más importante para él.

Qué lástima. Debería haberlo recordado.
No tenía idea en que se estaba metiendo.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now