XI- There's No Blood

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Había despertado en la mañana, algo como las 7. Se había levantado con cuidado de no despertar a Brendon y se había dirigido al baño. Después de una rápida ducha, se secó con una toalla y recorrió la habitación recogiendo sus ropas del suelo. Sonreía para sí mismo. Había sido una gran noche. Brendon dormía con tranquilidad, la luz de la mañana iluminando sus facciones con delicadeza. Su piel blanca parecía ser tan suave como las sábanas de seda. Se vistió rápidamente, y suspiró antes de salir de la habitación. No pretendía avisar. Solo se iría, sin dejar un rastro detrás. Después de haber visto a la persona que ahora podía llamar su amante tan desesperado, tan agitado, sentía que merecía descansar. Los recuerdos de la noche anterior provocaban una peculiar sensación en la nuca. Se quedó mirándolo durante bastante tiempo, contando las veces que su pecho subía y bajaba. Sus pestañas oscuras contrastaban con su piel más aún cuando tenía los ojos cerrados. Luego de unos minutos, dio media vuelta y salió.

El viaje desde el departamento de Brendon hasta su oficina se hizo sorprendentemente rápido a aquella hora de la mañana. No quedaba muy lejos, de todas formas. Ambos estaban en la parte más lujosa de Los Ángeles.

A pesar de que su cuerpo quisiera haberse quedado con Brendon, sabía que tenía que trabajar. Tanto tiempo buscándolo lo había desesperado por completo. Ahora sabía donde vivía, y sabía que no iba a volver a cambiarse. Esa si había sido una buena fiesta de inauguración.
Ahora que ya no tenía que preocuparse por él, su mente parecía haberse aclarado. Estaba tranquilo. Bajó del auto y subió por el ascensor. Ya comenzaba a extrañar la sensación de investigar, de trabajar y cumplir con lo que se le asignaba. Con el tema de Brendon resuelto, todo era mucho más fácil y podía volver a trabajar tal como lo había hecho antes de que le asignarán el caso. Lo único que le quedaba era Dallon, ese imbécil que no dejaba de molestarlo. De todas formas, tenía un plan. Ya nada podía alterarlo. Se iba a arreglar con Dallon de alguna manera y ya no harían más problemas. Volvería a trabajar tal como antes, con su equipo y los demás agentes. Suspiró.

Al llegar a la oficina, todavía era bastante temprano. A pesar de que hubiera gente, al ir a la oficina de Spencer vio que todavía no había llegado. Caminó con gracia hacía la propia, donde entró y se sentó en su asiento de cuero. Sus dedos rozaron la tela con delicadeza. Parecía diferente. Estar en su propia oficina sin preocupaciones y cosas que lo volviesen loco era completamente extraño. Se quedó mirando a la nada, pensando en las cosas que había hecho la noche anterior. Sonrió para si mismo.

Vió una silueta pasar por fuera de la oficina. Al observar en aquella dirección, se dio cuenta que era Dallon. Sus ojos azules parecían cansados, sus hombros estaban caídos y sus manos se encontraban alrededor de una taza de café negro. Le hizo un gesto con la cabeza para que entrara. Tenía un plan con respecto a Dallon. Debía deshacerse de él, de alguna manera, pero sin matarlo o perjudicarlo exactamente. Lo que maquinaba en su mente funcionaría.

El ojiazul entró, sentándose en la silla en frente del escritorio. Ryan lo miró de pies a cabeza. Sus nudillos tenían contusiones. ¿Había estado peleando? Seguramente ahora estaba bajo el mismo estrés que Ryan había sentido al principio. Tenía más que claro que se le haría imposible. Más aún ahora que Brendon sabía de su existencia y parecía estar jugando a las escondidas.

—Buenos días.—saludó Dallon, un tono desanimado en su voz. Ryan le devolvió el saludo con la cabeza.

—¿Spencer me mencionó que querías discutir algo con respecto al caso?—dijo el castaño, alzando las cejas.

Dallon rodó los ojos.

—Estabas ocupado.

Ryan sonrió de lado, recordando como había cortado la llamada para seguir besando al pelinegro. Se encogió de hombros.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now