VI- I'd Love To Kill You

246 42 55
                                    

Ryan dejó ir un suspiro entrecortado, liberando el aire dentro de sus pulmones.

—Fue fácil entrar, ¿No es cierto?—preguntó el hombre, como si estuviera hablándole al vacío—. Sabía que vendrías. ¿Eres un admirador secreto?

Ryan disparó, pero como si el hombre pudiera presentirlo, se agachó dentro del jacuzzi, lo que hizo que la bala fallara. El castaño se quedó en la oscuridad tratando de procesar lo que estaba pasando. ¿Se había dado cuenta de que él estaba ahí? ¿Cómo? Ryan Ross había fallado un tiro, por primera vez en su vida. Estaba atónito.

Boyd, como le habían dicho que se llamaba, se paró del jacuzzi, poniéndose una delgada bata encima. Ryan, quién seguía apuntando justo en el espacio entre sus ojos, suspiró. Lo iba a matar, sin dudas. Solamente quería saber qué es lo que el hombre tenía para decir.

El muchacho caminó hasta quedar en el borde de la oscuridad donde Ryan se ocultaba. Frunció el ceño. Sus ojos oscuros buscaban algo que se moviera, algo que reflectara la luz, pero no se veía absolutamente nada. La sombra era muy espesa. Se mordió el labio, mientras se cruzaba de brazos.

—Muéstrate.—ordenó, hablándole a la oscuridad.

—No sigo órdenes. Ni si quiera sigo consejos.—replicó Ryan, haciendo sonar el gatillo de su pistola.

—Si no sigues órdenes, entonces ¿Por qué deseas matarme?—preguntó el hombre de ojos oscuros, sonriendo maliciosamente.

—Te escondes de mí. No hay información de ti en ningún lugar. Les dices a todos que pretendan que no existes—contestó Ryan, en un tono monótono—. Sólo creas problemas.

Boyd sonrió para sí mismo, pasando sus dedos por su cabello oscuro.

—Claro que no. Además, si me matas, no habrá nada mejor en lo que trabajar ... Todos los demás casos serán inferiores,pequeños, irrelevantes.No hay  nada más importante que yo en Los Ángeles. Dime que no te has divertido buscándome.—rió, encogiéndose de hombros.

El hombre constaba con una tez blanca y suave, ojos redondos oscuros que atrapaban la luz y pestañas igual de oscuras que la noche. Sus cejas eran espesas y sus labios carnosos. Su cabello estaba peinado hacia atrás, mojado. Por un instante, hubo una chispa dentro de Ryan -que a penas pudo distinguir-, de familiaridad. Luego de medio segundo, se esfumó. No le tomó importancia. Más que familiaridad, era un deje de... deseo. Boyd era, efectivamente, un hombre muy atractivo, pero no. No podía distraerse con esas cosas.

 De todas formas, lo que decía era completamente certero. Si lo mataba, no habría nada más interesante que ir detrás. El Karma Police de donde él pertenecía se encargaba de todo el estado de California. Ellos, eran una red aún más grande. No cubrían todo el país, pero si casi la mitad, lo que era una cantidad significante. Si lo mataba, dudaba que alguna vez se le fuera asignado un caso de mayor importancia. Primero que todo, que el jefe de ellos estuviera en Los Ángeles era una estupidez. Estaba en el nido del Karma Police. Y si lo mataba ahora, no creía que volvieran a cometer un error así de grande. ¿Por qué harían algo así?

—Muéstrate.—repitió el hombre, con más fuerza esta vez.

Ryan dio un paso adelante, luego otro, hasta que quedó en la luz. Los ojos del hombre frente a él se abrieron más, dando un pequeño respingo. Pareció bastante confundido por unos segundos, como si estuviera pensando el algo. Se vio vulnerable hasta que recuperó su compostura y endureció su mirada, para hablarle al agente a los ojos.

—¿Ryan?—preguntó, algo en su voz que este no pudo distinguir. ¿A caso esperaba a alguien más?

—Lo último que vez antes de morir.—contestó, frunciendo el ceño. ¿Por qué sabía su nombre? Un deje de confusión se mostró en su rostro.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now