VIII- I Will Take You Down

225 40 54
                                    

Su mirada castaña se encontraba varada en un de los rincones de la oficina. Observaba con calma como las partículas de polvo flotaban en el aire, reflejadas por  la luz que entraba por la ventana. Se encontraba echado sobre la silla, sus piernas largas cruzadas en frente con desinterés. Su marco entero destacaba falta de sueño, sus ojos cansados sensibles a la luz. Dejó ir un suspiro, para luego enderezarse y mirar a la persona que se encontraba en frente suyo.

—No puedo encontrarlo.—susurró, encogiéndose de hombros. Un mechón de pelo le cayó sobre la frente, obstaculizando su vista.

"Él" se enderezó en su asiento, poniendo ambas manos sobre el escritorio. Su mirada era inexpresiva, imposible de identificar. Ryan volvió a hacer un ademán, mirándolo a los ojos.

—¿Qué?—preguntó "Él", con la típica voz seca y autoritaria  que tenía.

—No puedo encontrarlo—repitió Ryan—. Se me es imposible. He tratado todo lo que he podido, he trabajado más de lo que debería, he ido a investigar y no he dormido por varios días; nada.—dijo, desviando la mirada con un aire de enojo en su vista.

Todo era un gran teatro. Todo lo que decía parecía ser sólo el guión de una obra todo el tiempo. Todo lo que hacía, lo que decía; todo era falso. Pero era tan divertido... Todos caían en sus mentiras, una y otra vez, sin darse cuenta de el inmenso engaño que tenían frente a sus ojos. Nadie nunca se enteraba. Solamente él, Ryan, salía privilegiado con todas las cosas que hacía. Algunas veces, las cosas que decía podían ser tan filosas como un cuchillo. Ahora mismo, estaba engañando a el jefe de toda la asociación, sin ningún problema. Hizo otro gesto de cansancio, bajando sus hombros en un gesto vulnerable.

En vez de lo que creía que iba a escuchar, algún reproche o algo por el estilo, escuchó algo que lo sacó de sus casillas por un segundo.

—¿Estás seguro?—escuchó aquellas palabras caer de los labios de "El", en un tono que hizo que levantara la mirada. "Él" lo miraba con la cabeza inclinada hacía el lado, sus manos entrelazadas sobre el escritorio.

—Sí, lo estoy. Esto es demasiado para mí...—hizo que su voz sonara cada vez más baja y herida—. Lo lamento.

—¿Te rindes?

—Lamentablemente—comenzó, tallando su rostro entre sus manos—... No veo otra salida de esto.

Y estaba hecho. George Ryan Ross III se había rendido, por primera vez. Había renunciado a un caso, había dejado caer su máscara y había soltado el gatillo en un estallido sordo. Ya no había vuelta atrás. De todas formas, no pensaba que la necesitaría. Estaba seguro de que podía hacer esto sin ningún problema. Su mirada estaba ida, volviendo a mirar por la ventana. Lo que afuera destellaba un aura de cansancio e impotencia, por dentro era malicia y placer. 

—Bueno, creo que todo coincide...—dijo "Él", encogiéndose de hombros también-. Spencer también me lo había mencionado. Aquel hombre debe tener acceso a nuestra base de información, ¿No crees?

Ryan frunció el ceño, pensando en qué cosa podría haber dicho Spencer. Era seguro que después de esto, tendría que ir a hablar con él. ¿qué tal si había mencionado lo de la marca de su cuello? Eso no podía ser. Ya se había borrado, y no había rastro de que alguna vez existió, pero si "Él" se enteraba, quien sabe que podría pensar. Finalmente asintió.

Se quedó en silencio, entrelazando y soltando sus dedos lentamente. Sintió como "Él" se paró a su lado. Luego, su mano sujetaba su barbilla, haciendo que mirara hacia arriba, y por consecuencia, a sus ojos.

 —Estás perdiendo interés, y eso es muy peligroso.—finalizó, soltando su cara y abriendo la puerta para que se marchara de su oficina.

—Por cierto—continuó—. Hay un nuevo integrante. Su nombre es Dallon. Si ya no tienes nada que hacer, puedes introducirlo. Estará a cargo de tu caso.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now