XIV- How Deep Is Your Love

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Había sido una noche larga para el pelinegro. Ahora mismo, se encontraba acostado en su cama, ojos entrecerrados y cuerpo desnudo. Estaba pensando.

Pensaba en lo que había hecho, en el hombre que se encontraba junto a sí en la cama, en su trabajo y en todo lo que sentía. Parecía un gran remolino.
Seguro, tener relaciones lograba distraerlo de una manera inimaginable, pero cuando todo terminaba, sus pensamientos se volvían contra sí con el doble de fuerza. Ya no podía concentrarse. Era como un nudo en su garganta. Las lágrimas le quemaban detrás de sus ojos. A pesar de que deseaba no ver a Ryan nunca más, no podía decir por qué. Además, tenían un trato. Si no lo cumplía, Ryan lo mataría. Sabía que él no dudaría en hacerlo. No tenía idea que debía hacer.

Dejó ir un largo suspiro mientras miraba a su alrededor. Era la mañana. La luz del invierno entraba suave por entremedio de las cortinas. Las sábanas de seda blanca envolvían su cuerpo con gracia. Se sentía tan vacío que casi podía camuflarse en la cama, como si no existiera. Se dio media vuelta, mirando al hombre que descansaba a su lado. Su pelo oscuro estaba revuelto y su piel, un tono menos blanca que la suya, contrastaba pequeñas pecas, casi invisibles. Seguía durmiendo placidamente.

Brendon se levantó, se puso una de sus particulares batas y caminó hacia la cocina, sirviéndose una taza de café y hechando wiskey en esta. Dejó ir un largo suspiro. Se sentía desanimado. El aire liviano del invierno lo hacía sentir como si su cabeza estuviera en otro lugar. Había sido Año Nuevo, y no había visto ni oído nada de Ryan. Bueno, era de esperar después de lo que le dijo la última vez...

Su mirada melancólica caía sobre la cuchara con la que revolvía el café. Estaba vacío, su mente en blanco y llena de pensamientos atribulándola al mismo tiempo. Su respiración era pacífica. Podía reconocer lo que sentía; tristeza y soledad. Le daba miedo admitirlo.

Estaba en un tipo de trance. Cuando ya se hubo tomado el café y volvió a poner atención a su entorno, se dio cuenta que la ducha estaba dada. Seguramente él se estaba bañando. No se molestó en cambiar la taza por un vaso apropiado y sirvió directamente vodka en esta. Se la tomó a sorbos, mientras miraba por el ventanal ensimismado. Cuando se la hubo terminado, sirvió otra. La verdad, no le importaba si se emborrachaba o no. No haría ningún cambio. Ya nada podía hacerlo olvidar aquellos ojos almendra. Estaban grabados en su mente.

Después de unos minutos, sintió a su otro amante salir del baño y vestirse. Había pensado que tal vez podría distraerlo de su realidad, con su carácter tan refinado y particular. No hacía ningún cambio.
Vio su alta silueta salir del cuarto y dirijirse a el mesón de la cocina, en donde él se encontraba sentado de piernas cruzadas, una fina bata celeste sobre su cuerpo. Él llevaba una sonrisa en el rostro; por el lado de Brendon, trató de imitarla, sin convencerse mucho.

—¿Quieres desayuno?—preguntó, sujetando su taza de vodka con fuerza.

El muchacho hizo un ademán con los hombros. Su pelo café oscuro, ahora mojado, estaba peinado para atrás descuidadamente. Hizo una mueca con sus labios finos.

—No, está bien, gracias.

Los ojos de Brendon se quedaron pegados en los de él por un segundo. Tenía pestañas delgadas y cejas espesas. No eran tan lindos como los de Ryan. Los ojos de Ryan tenían la forma de un par de almendras, tomando el color de estas también, pestañas largas y cejas finas. Pero se había prometido no pensar en él. No era necesario. Respondió con indiferencia.

—Oh, está bien.—se encogió de hombros, tomando un sorbo largo mientras trataba de apartar la idea de Ryan de su cabeza.

El chico se acercó a él, posicionando sus manos a los lados de su rostro y besándolo lentamente. Las manos de Ryan eran diferentes. Eran finas, de dedos largos. Sus besos se sentían diferentes también. Se removió en el lugar, incómodo. Él se separó indiferente y se dirigió a la puerta.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now