Capítulo 4

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Era por la mañana, pero no demasiado temprano. Llevaba unas horas despierta y había estado haciendo tiempo desayunando algo y cotilleando toda la información que había ido recogiendo. No sabía a qué hora se despertaría Adela, pero no quería molestarla más de lo debido.

Natalia nunca había tenido problema en madrugar. A veces incluso pensaba que dormir era una pérdida de tiempo y dormía lo necesario para no quedarse frita en cualquier parte. Le gustaba aprovechar el día y, cuantas más horas pasaba durmiendo, menos tiempo tenía para leer.

Por su parte, Elena siempre había sido lo contrario. Era un ave nocturna y disfrutaba más de la noche y lo que esta tenía que ofrecer. Odiaba madrugar y para ella las calles no se ponían hasta las once de la mañana por lo menos. Otra cosa de tantas que nunca habían tenido en común.

Natalia apuró el último sorbo de café mientras arrugaba la frente. Odiaba el último trago, sabía muy dulce por todo el azúcar que se había acumulado al fondo del vaso. Se terminó lo que le quedaba de tostada y dejó el plato y la taza en el fregadero. Mejor sería fregar luego si no quería despertar a su padre, que ese verano tenía problemas para dormir. Las tuberías hacían un ruido muy estridente y no había día en que su madre no se quejara de aquello, pero tampoco hacían nada para remediarlo. A ella todo le parecía bien. La casa de sus abuelos era antigua, pero conservaba un encanto muy especial y, a su parecer, su abuela siempre había tenido mucho gusto para la decoración.

Cogió las llaves de la mesita que había justo al lado de la puerta y se cercioro de que llevaba todo lo que necesitaba. Había preparado la mochila con algunos de los recortes que encontró, un plátano y un libro. Nunca salía de casa sin uno.

Fue caminando por las calles del pueblo, no había ni un alma en ellas. Verdaderamente era un pueblo precioso, las casas parecían similares entre sí, pero todas tenían algo que las hacía diferentes: los marcos de las ventanas pintados de colores, alguna maceta o un azulejo decorativo en la fachada, incluso algunos decidían dejar puestas las luces navideñas todo el año.

Giró hacia la derecha y en unos pocos metros más estaba parada frente a una casita con los marcos de las ventanas pintados de azul índigo. Tenía un número pintado a mano en negro. Se encontraba un poco borrado por el paso del tiempo, pero la casa aún conservaba un color agradable y los números se leían perfecta mente.

Estaba a punto de rendirse tras el tercer timbrazo cuando de repente abrió la puerta una mujer menuda ataviada con una bata rosa y unas gafas de pasta de un tamaño desproporcionado. Tenía una cara muy amable y, a pesar de las arrugas y las marcas del paso del tiempo, se intuía lo guapa que había sido. Natalia se relajó nada más verla. No sabía que tenía aquella mujer, pero le llenaba de paz el corazón y, en esos momentos, eso era algo que a Natalia le venía muy bien.

Al principio, Natalia le contó que estaba escribiendo sobre el pueblo y la gente que vivía en él. Adela la invitó a pasar sin hacerle preguntas y la condujo hasta el salón.

La casa era acogedora. A Natalia le pareció muy grande para una mujer mayor que vivía sola, pero cuando reparo en todas las fotos colgadas por las paredes y puestas sobre los muebles se dio cuenta de que aquella debía haber sido una casa muy habitada y llena de amor En las fotos se veía a tres hijos, dos chicas y un chico. Dos de ellos ya se habían casado, a juzgar por las dos grandes colgadas justo encima de la chimenea del salón. Eran muy bonitas; en ellas, todos estaban sonriendo y felices.

Adela le indicó que se sentara en un sofá. Estaba cubierto por una sábana, lo cual le hizo gracia. Le parecía la típica cosa que hacían las abuelas para que no se dañase la tapicería. Buscó las fotos de los nietos: debajo de las de boda, tres niñas con cara de trastos y un bebé gordito. Vio que en todas las imágenes en las que Adela y Luis aparecían juntos, estaban cogidos de la mano. Se le derritió un poco el corazón y se percató de que hacía un tiempo que lo sentía congelado.

La chica de las mil almasTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon