Capítulo 7

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No había pasado tan mala noche como creía. Había tenido alguna pesadilla, pero notaba su cuerpo descansado y lo agradeció enormemente. Se tomó un café y desayuno tres tostadas. El ayuno de la noche anterior le había pasado factura y su estómago rugía pidiendo alimento.

Vio en la nevera un tupper. Su madre había preparado macarrones gratinados la noche anterior. Era el plato favorito de Elena. De pequeña había sido una niña que comía mal y solo le gustaban los macarrones. Su, madre había pegado al tupper un pósito que decía:

"Papá y yo estaremos fuera hasta la tarde, puedes calentarlos en el microondas para comer. Mamá"

Y justo al lado de la palabra <<Mamá>> había un pequeño corazón dibujado.

Se sintió mal por lo ausente que había estado este tiempo y lo poco que había compartido sus sentimientos con sus padres. Ella era consciente de lo mal que lo debían estar pasándolo, pero por algún motivo era incapaz de compartir su dolor con ellos, como si guardarlo en su interior lo hiciese más llevadero.

Se dio cuenta de que sentía que, ahora que Elena ya no estaba, ella no estaba a su altura. Su hermana era todo lo que ella no lograba ser y no podía evitar enfadarse ante eso. Le daba rabia. Elena se había ido y Natalia sabía que ella no era lo suficientemente buena.

Pero necesitaba solucionar lo ocurrido y tenía tiempo de sobra hasta que volviesen sus padres. Necesitaba aliviar la presión en el pecho que sentía desde el día anterior. Tendría que ser valiente, pero una vez en su vida, y enfrentarse a la situación.

Decidió dejar la bicicleta y tomar el camino que iba por arriba del pueblo. Era un camino más apartado y no solía pasear mucha gente por allí. Estaba lleno de piedras podías tropezar. Pero a ella le encantaba. Solía ir mucho por el en los veranos para poder aislarse del tumulto del pueblo. No se le daba bien estar con gente, se desenvolvía mejor sola y ese lugar le proporcionaba tranquilidad.

Se desvió por el sendero de la derecha, el que conducía al cementerio. Si seguías por la izquierda, terminabas llegando a un arroyo rodeado de árboles, y ese era un lugar precioso y lleno de paz.

Llevaba un rato dando vueltas por el cementerio cuando se dio por vencida. No estaba allí. Sintió la decepción apoderarse de ella. ¿Qué esperaba? ¿Pensaba que ella iba a estar ahí esperándola y dispuesto hablar con ella después de lo que le había dicho? Qué tonta.

Se dirigió hacia la puerta principal. Antes de irse, iba a ver si había alguna esquela nueva que pudiese investigar. Se disponía a mirarlas cuando la vio aparecer. La entrada era estrecha y el poste de las esquelas estaba a justo a la derecha. Se iban a cruzar, seguro. Contuvo la respiración mientras la veía acercarse.

Pero, cuando ella llegó a la puerta, pasó de largo y se metió en el cementerio sin mirarla. Natalia notó que de nuevo se le escapaban las palabras, pero la siguió, diciendo:

— Oye... Lo siento. Ayer no tuve un buen día y no supe manejar la situación. No quise decir esas cosas. La muerte de mi hermana me ha afectado mucho y las cosas q dijiste... Por mucho que lo intento no termino de entenderlo.

A medida que hablaba, Alba se fue parando y, finalmente, la miró a la cara. Parecía cansada.

— Sé que es difícil de comprender. Pero ya te he dicho que no soy ninguna médium. No veo los muertos ni finjo que lo hago, y desde luego no saco ningún beneficio de nada de eso. Yo solo trato de ayudar

— Vale. Perdona. ¿Podemos empezar de cero?

— No sé, yo....

—Por favor... Yo soy Natalia. —le tendió la mano, dudosa.

La chica de las mil almasWhere stories live. Discover now