Capítulo 2: Primeras palabras.

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"Lo que deba ser, será."
Esquilo de Eleusis.


Ya ha pasado el tiempo y William, que seguía descontento con su apellido, fue llevado a su nuevo hogar, lastimosamente, William estaba dormido durante el viaje y no pudo ver la enorme mansión en la que viviría de ahora en adelante.



¿Eh? ¿Ya estamos en casa? William, que había despertado de una de sus siestas, pudo ver justo encima de su cabeza varios traseros de distintos animales de peluches unidos a un carrusel para bebes.

Creo que deberían pensar más en la perspectiva de un bebe a la hora de hacerlos. Ignorando el carrusel, William comenzó a observar la disposición de la habitación.



El cuarto parecía haber sido confeccionado por un diseñador de interiores profesional, ya que todo lo que se encuentra en él era de las mismas tonalidades y formas, dando así un sentimiento de orden y calma al lugar.



Es un sitio muy hermoso dijo William, aun usando el idioma universal de los bebes.



Mientras giraba su cabeza en todas direcciones, William comenzó a sentir como su cuerpo se deshacía de unos cuantos gramos del dos a gran velocidad. —*Buá* *Buá* Al sentir como su pañal seguía absorbiendo sus desechos, William llamo a sus padres de la única manera en la que podía hacerlo, llorando.


El primero en acudir a él fue su padre, quien sorprendentemente se había afeitado la barba y las patillas, quizás por cuestiones estéticas y de higiene o quizás porque siempre que William lo tenía al alcance trataba de sujetarse a él con más insistencia de la que un bebe debería de tener. En su defensa, William quería confirmar si en realidad los ojos de su padre brillaban o solo eran una ilusión.


Su padre, Oliver Alexander Lewin, era un hombre muy decidido a la vez que relajado, ya que con unos segundos de meditación y un análisis de la situación actuaba con perfecta eficiencia sin cometer ni el más mínimo error, cambiando un pañal sucio con la misma seriedad que tendría un cirujano al operar el cerebro, pero a su vez hacia distintas caras graciosas para evitar que William llorara.


Tras un incómodo cambio de pañales, William fue levantado de su cuna y llevado por los inmensos pasillos de la mansión a una especie de dojo de entrenamiento. ¿No te dijo la doctora que descansaras por unos días? pregunto a su esposa que se encontraba vistiendo un quimono blanco mientras golpeaba un saco de boxeo que, pese a la delgada figura de su madre, se encontraba balanceándose ferozmente.



Ya estoy bien, no necesito descansar en cama cuando podría estar entrenando dijo su madre, dándole un último golpe al saco de boxeo lo mando a volar fuera del gancho que lo sostenía.


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Un cierto estudiante de la UA [QHPS]Where stories live. Discover now