Mocosito.

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– ¿Y entonces que vas hacer? — entrelazo sus manos con las de ella — Marcia, de verdad, sabes que en mi casa tienes un espacio

– Ari te lo agradezco, en serio pero irme a tu casa sólo traería más problemas

– No tienes que decirles a tus padres que vas ahí

– No haría falta ¿Con quien estoy casi todos los días? ¡Pues contigo! Es al primer sitio al que irían a buscarme

– Bueno pues... Si van a la casa te escondes en el baño — hace una mueca para demostrar lo obvio de su punto — Van a buscarte en la cocina, el cuarto o hasta el balcón ¿Pero el baño? ¡Nah!

– Como se nota que tú nunca lidiaste con padres estrictos eh — no se aguanta la risa — Al baño me buscarían primero, en especial porque tu departamento no es enorme, sabrán que me metiste ahí

– Bueno pero deben pasar por el portero antes de subir hasta el piso de mi departamento, le pides al vecino que te dé refugio hasta que se vayan

– ¿Y mis cosas? ¿Dónde las escondes?

– En bolsas de basura, diré que justo me agarraron en el momento de sacarla

– Te lo agradezco, de verdad pero el hecho de que tengamos que hacer todo un plan tan elaborado es una mala señal

– Marcia tienes veintidós años, ellos no tienen porqué vigilante como si fueras una menor de edad. Hablo en serio, mudate a casa

– Lo voy a resolver, no te preocupes — aseguró con una sonrisa en el rostro — Por ahora no me interesa mucho lo que digan u ordenen, sólo necesito estar estable hasta terminar los exámenes, de ahí buscaré departamento y para cuando este graduada pues ya tendré un lugar propio

– Me preocupas, lo que tienes no es vida, te explotan día con día ¿Cuántos trabajos tienes en el restaurante? ¿Unos tres? Y en ninguno te pagan como deberían sólo porque eres familia, no mames

– ¿Quieres que me den el sueldo de una repostera cuando no lo soy?

– No lo eres pero hasta pareces profesional de tanto que te tienen en la cocina y no eres sólo repostera, también asistente de chef y no veo que te estén pagando lo que vale. Sumando que eres la que se queda a limpiar y tampoco te dan lo suficiente, eres abogada

Aún no.

– Bueno pero prácticamente ya lo eres, sabes que esto es un abuso, deberías denunciarlos, tienes todas las de ganar

– No los voy a denunciar Mariana, ya olvida el asunto por favor, en un par de meses todo esto será parte de una etapa difícil de mi vida y ya.



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Eso es lo que Marcia se repitió una y otra vez, después de aquella conversación las cosas no mejoraron, de hecho empeoraron, algo que sorprende ya que se creía que no podría ser así. Su hermano había asumido el mando en el restaurante, algo que puso patas para arriba al establecimiento; hizo demasiados cambios que envés de beneficiar, tuvieron el efecto contrario y Marcia debió de suavizar el golpe tanto como pudo. La verdad es que no tenía necesidad de hacerlo ya que prácticamente no tenía lazos con su familia pero el restaurante era importante para sus abuelos.

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