Cena.

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Sin que Esteban se diera cuenta, Lucrecia logró que Marcia trajera al niño hasta su oficina, como él pasaría gran parte del día en la corte no iba a ser muy complicado esconderle este pequeño secreto; cerca de media hora después Mocosito dormía có...

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Sin que Esteban se diera cuenta, Lucrecia logró que Marcia trajera al niño hasta su oficina, como él pasaría gran parte del día en la corte no iba a ser muy complicado esconderle este pequeño secreto; cerca de media hora después Mocosito dormía cómodamente en el sofá de su tía. Marcia tuvo que retirarse prometiendo volver para el horario del almuerzo por supuesto, hasta entonces Lucrecia podría trabajar tranquilamente como todos los días, bueno hasta que Mocosito despertara claro, por suerte para ella ocurrió durante el horario del almuerzo, ya no había nadie en el piso cuando el escandaloso llanto del niño comenzó.





– Si supieras hablar, creeme que esto sería muchísimo más fácil — lo levanta — A ver, adivina no soy pero tratare de averiguar que carajos te pasa — lo analiza — ¿Hambre? Aunque te comiste todas las galletas de Marcia... ¡Ay no! ¡No! ¡No! ¡No!





Lo bajo lentamente sobre el sofá nuevamente, reviso en la pañalera hasta dar con los pañales y maldijo a Esteban por reproducirse. Lucrecia nunca en su vida había cambiado un pañal, no tenía idea de cual era el frente y como tampoco sabe pedir ayuda, empezó a mentalizarse que cambiaría un pañal los próximos minutos, busco rápidamente algún tutorial en Yotube y al más o menos ver de que se trataba se puso manos a la obra.





– Si no te acuestas no puedo cambiarte el pañal, así que colabora — vuelve a recostarlo — Mira quitarte la jardinera fue lo más difícil, ni se te ocurra mearme encima o te llevo con un Rabino para que te corte tu amiguito — amenaza





Mocosito no le entendió pero aún así aumento su llanto, Lucrecia poco a poco pensaba en la alternativa del suicidio como viable pues este niño no iba a dejar que lo cambiará, por suerte Marcia llegó en ese instante, tranquilizó al niño y así Lucrecia pudo hacer el intento de cambiarlo.





– Es por eso que no tendré hijos — levantó las manos luego de terminar

– No lo hiciste mal

– ¿¡Y si me hacía pipí!? Los niños siempre hacen eso cuando los estas cambiando

– Tienes razón — ríe cargando al pequeño — Pero no paso, ve a lavarte las manos y vamos a almorzar

– ¿Y si mejor lo hacemos aquí en mi oficina? Pediré la comida, estoy sin coche porque lo mande a lavar

– Vamos en el mío — da de hombros

– De acuerdo, tal vez le haga falta sol a este niño — concordo

– Además ya esta mucho más cómodo después de que su tía Luckys le cambiará el pañal mojado — sonríe meciendolo

– Es lo único que haría por un hombre — rueda los ojos — Ponle la jardinera, me lavare las manos y vamos





Fueron a un lugar que era familiar por supuesto, aunque para Lucrecia fue toda una experiencia frecuentar un restaurante de ese tipo, normalmente cuando asistía a un almuerzo por trabajo o cena no había niños y los sitios a los que frecuentaba menos, no estaba incómoda pero si se sentía algo fuera de lugar, en especial porque Marcia lucia tan natural a su lado.





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