LA CIUDAD DEL AMOR

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-Bienvenida a La ciudad del amor. -Dijo cuando salimos del aeropuerto.

Su vuelo llegó mucho más antes que el mío y se quedó esperando a que yo llegara para salir los dos juntos.

-No me creo que me hayas traído a París.

-Pues ves creyéndotelo, porque es tú realidad. -Pasó un brazo al rededor de mis hombros y yo me lo quedé mirando.

-Gracias. -Dije leve.

-Por ti lo que sea. -Juntó nuestros labios en un leve beso. -¿Entonces te gusta, no?

-Que sí... -Me preguntaba cada dos por tres desde que nos hemos reencontrado. -Pero... ¿Por qué esta ciudad?

-El día de nuestra primera pelea, por así llamarla, en la grabación del vídeo de los 8 segundos. -Me ubiqué y asentí. -Dijiste que nunca habías estado aquí, que te gustaría venir alguna vez por lo romántica que es y pues aquí estamos.

-¿Lo recordaste? -Asintió.

-Me hubiera gustado haberte podido traer antes pero... -Le miré esperando como continuaría la frase. -Digamos que tenemos una historia un tanto complicada. -Solté una carcajada.

-Sí, será mejor dejarlo en eso.

Nos dirigimos al hotel.

-Es preciosa. -Me refería a nuestra habitación.

-¿Te gusta? -Me giré a verle.

-¿Vas a parar de preguntarme si me gusta la mínima cosa?

-Quiero que todo sea perfecto.

-Lo es. No te preocupes. -Sonreí para relajarle.

Dejamos nuestras cosas y me tiré en la cama.

-¿Nos cambiamos y salimos a ver la ciudad? -Se me quedó mirando de pie.

Hice una mueca.

-Yo tenía pensado quedarme aquí un par de horitas, me gustaría descansar.

-¿Y qué pasa con la ciudad?

-Tenemos la ciudad para nosotros todos estos días. Tú has estado una hora y poco en el avión, pero yo casi cuatro.

-Vale pues si quieres descansar quédate aquí y yo bajo a preguntar sobre la comida.

-¿No quieres tumbarte conmigo? No tengo hambre. -Di tres golpecitos a la cama haciéndome a un lado.

Él intentó aguantarse las ganas de saltar en ella, lo sé, lo conozco tan bien.

-Sé que quieres saltar, puedes hacerlo. -Su cara se iluminó en una sonrisa muy amplia.

Y lo hizo.

Solté una carcajada.

-Estaba esperando a que me dieras permiso.

-Lo sé.

Acabamos los dos acurrucados.

Ambos colocados mientras mirábamos por la ventana.

Las vistas daban directamente a la torre Eiffel.

Su brazo estaba al rededor de mi cintura.

Yo mientras jugaba con sus dedos.

Estaba completamente embobada con las vistas.

-Es preciosa. -Le escuché decir.

-Sí, que lo es. -Dije entre suspiros.

-Te lo digo a ti. -Pude notar su mirada clavada en mí.

UN CIELO LLENO DE ESTRELLAS || PEDRIWhere stories live. Discover now