La flor de la constancia, de la firmeza y perseverancia que te ayudarán a conseguir todo aquello que desees, pero sobre todo, todo aquello que merezcas.
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Toco al timbre de Liv, respirando agitadamente, he subido corriendo todas las escaleras porque no quería llegar tarde.
-Hola.
Ella me saluda sonriente, lleva puesto un vestido rojo con un encaje en la zona del pecho, sobre este lleva una chaqueta de cuero.
-¿Cuero?
Se mira las mangas de la chaqueta y sonríe.
-Soy una chica mala. Vamos.
Sale y cierra la puerta con llave, bajamos y entramos en mi coche. Una canción de los Dire Straits suena en el reproductor.
-No me digas que escuchas a los Dire Straits.
Ella se mueve al ritmo de la canción más conocida de este grupo.
-You feel alright when you hear that music ring.
Canta y mueve su cabeza mientras suena la guitarra, conduzco por las calles de Barcelona, llevándola hacia Cervera. Lo que tenía preparado no era más que una proyección en el jardín de Jose, quién me había dejado la casa libre para una cita, pero no sabía con quién.
-¡We are the sultans of swing!
Liv canta sin vergüenza alguna, tampoco es que lo haga demasiado mal.
-¿Entonces vamos al cine?
-Sí, algo así.
He decidido poner una de película que había sido estrenada hace poco, sé que a Liv le gusta ver las películas en versión original y, por lo tano, la había comprado así. Aparto la mirada de la carretera por un momento y me fijo en ella, está viendo por la ventana, las luces se reflejan en su rostro.
El silencio del coche es callado por la música, que no para. Suena suave, en bajo.
-¿Y qué película vamos a ver?
-Es sorpresa, Liv, ¿qué tal vas con las prácticas?
Siento su mirada sobre mí.
-En realidad no estoy yendo al hospital, por tu culpa Mir me manda informes y operaciones al correo casi diariamente, no me deja hacer nada.
-Vaya, lo siento.
-Si lo sintieses de verdad no hubieras hecho nada.
Habla con enfado. La verdad es que no me arrepiento de haber hecho lo que hice porque así podrá venir, suena demasiado egoísta pero, la verdad, es que no me preocupa.
-He conocido a alguien.
Susurra esas cuatro palabras con miedo.
-Bien.
Hablo y fijo mi mirada en la carretera. No puede ser que cuando por fin me decida a dar el paso ahora venga otro.
