La flor de la constancia, de la firmeza y perseverancia que te ayudarán a conseguir todo aquello que desees, pero sobre todo, todo aquello que merezcas.
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-A ver, la cita fue súper guay, ¿sabes? Además Marc fue muy riquiño.
-Tía, estas pilladísima eh.
-Boh, no me vaciles, Al.
Me doy media vuelta y camino lejos de mi amiga.
-¡Pero oye!
-Al, estoy llegando tarde, tengo que irme, besos.
Le lanzo besos mientras me pongo el casco, subo a la moto y pongo rumbo hacia el hospital, la verdad es que no voy tarde porque Mir también entrará con una hora de retraso. Me dejo ir con la moto, disfrutando con cada curva. La cita con Marc había sido hace una semana, sólo que no pude hablar con Al.
Siento vibrar mi teléfono en el bolsillo de mi chaqueta, paro en el primer lugar que encuentro. Son unos mensajes de WhatsApp.
David.
Hola, rubia, ¿quieres quedar?
He hablado con él varias veces desde la cita, es de las pocas personas que ha conseguido ganarse mi confianza en tan poco tiempo; otra, como es obvio, fue Al.
Por qué no, ¿en el bar?
Su respuesta llega al instante.
Te espero fuera, guapa.
No es la primera vez que me suelta un alago así.
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Me quito el casco y muevo mi pelo, lo veo observándome fijamente.
-¿Quién diría que tendrías una moto?
-Hay muchas cosas que te sorprenderían de mí.
Le guiño el ojo y me acerco a él, me da un par de besos en las mejillas; su inseparable sonrisa se abre paso en su cara.
-Te queda bien la moto, no eres de las típicas.
-Soy un anti-cliché femenino, David, asúmelo.
-Así que no te van las rosas, los bombones, las cenas románticas ni esas cosas.
Me paro a pensar en la cita con Marc, el detalle de las flores el día que me lo propuso...
