Capítulo 13.

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Las cosas no pueden salir peor

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Las cosas no pueden salir peor.

Sería imposible.

-Es que joder, Jesse, de verdad.

Mi amigo suelta un sonido de resignación al otro lado de la línea.

-¿Pero quién es?

-¡Que no te lo voy a decir!

-¡Entonces cómo quieres que te ayude!

-¡Da igual! ¡Joder! ¡Ya da todo igual!

Cuelgo el teléfono y tiro el aparato al suelo de la habitación.

-Dios sí, luego se lo pagaré todo.

Me acerco a la mesilla de noche y tiro la lámpara hacia el espejo que hay sobre la cómoda; grito mientras lo hago. Rompo todo lo que puedo, todo lo que cojo por delante.

-¡Liv, para!

Edgar entra apurado, la escena puede ser digna de un cuadro. Cristales por el suelo, mi teléfono por ahí tirado y yo sentada con la espalda pegada a la cama.

-Liv, mírame.

Él me sigue hablando pero soy incapaz de centrarme en su voz. Me fijo en Al, Jordi y Héctor.

-Cierra la puerta, que no me miren así.

Edgar asiente y camina rápido hacia la puerta.

-¿Me vas a decir ya qué demonios pasa?

-No.

-Bueno, vamos a recoger este desastre, por lo menos.

-Abrázame.

-¿Qué?

-¿Eres tonto? Abrázame.

Él sigue mi orden sin rechistar y sus brazos rodean mi cuerpo.

-Bien, ya está.

Se levanta y me mira, extiende su mano hacia mí; la cojo y tira sin pensarlo dos veces.

-Ahora vas a salir ahí, con una sonrisa, ¿vale?

Asiento.

Asiento

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Lavanda || Marc Márquez (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora