La flor de la constancia, de la firmeza y perseverancia que te ayudarán a conseguir todo aquello que desees, pero sobre todo, todo aquello que merezcas.
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-Por favor, corra.
Le hablo al taxista por el hueco de los asientos, Al está sentada a mi lado pero la ignoro. El taxista parece que hace caso a mi petición y acelera un poco. No sé qué demonios ha pasado en esa discoteca para que Marc me necesite, pero dudo que me necesite como Liv en estos momentos.
-Déjame mirarte la mano.
-No.
Bajo la mirada hacia la extremidad mencionada y, con mis dedos, noto la hinchazón. Después de haberle pegado a Álex salí hasta sentarme con los pies en el agua de la playa, Al llegó casi al momento.
-De verdad, eres médica, Liv, sabes que eso no es bueno.
-Da igual, de verdad.
Ella niega y se recuesta en su asiento, no creo que haya pasado mucho tiempo desde la llamada de Álex hasta ahora pero siento que han pasado horas y que cuanto más tardemos lo de Marc será peor. La distancia desde la playa a la casa no es mucha, pero pasa lo mismo que con el tiempo, se hace eterno.
-Son doce con noventa.
En cuanto para el taxi salgo como si me fuese la vida en ello del coche, no entiendo lo que dice Al pero la verdad es que no me interesa. Toco al timbre repetidas veces pero nadie abre, me alejo un poco para buscar otra forma de entrar.
-Por favor, no me matéis.
Tiro una piedra a la ventana que, espero, que da al baño. En cuanto el cristal cae entro, me raspo un poco los brazos pero es indiferente. Abro la puerta del baño.
-¡Álex!
Sé que me escuchan y que hay gente en casa porque los oigo hablar, pero nadie me responde.
-¡Álex! ¡Joder, hostia, Álex!
No habla nadie, subo las escaleras hasta la planta de arriba. Los escucho hablando, la tercera puerta a la izquierda está abierta, sé que es la de Marc porque la mía es la de enfrente.
-Chicos.
Ellos están colocados al rededor de la cama, no logro distinguir a Álex en los que están de espaldas a mí, abren el círculo y me dejan ver una estampa que me quita la respiración.
Marc se encuentra tumbado en la cama, con la cara llena de sangre y cardenales, tiene una hinchazón en su ojo izquierdo, el derecho lo mantiene cerrado; Álex está sentado a su lado, agarrando una de sus manos.
-¿Qué ha pasado?
Ninguno me contesta, miro a Álex pero niega.
-Coge el botiquín, luego te lo cuento.
Asiento y voy hacia el final del pasillo, dónde se encuentra el baño. El botiquín está colocado detrás del lavabo. En cuanto lo tengo en mi poder camino a paso rápido hacia la habitación, en la cual ya no está nadie excepto el herido. Me acerco a él y le rozo la cara con las yemas de mis dedos.
