Capítulo 2

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Addy...

La alarma de mi celular me hizo despertar, no había dormido suficiente, a pesar de que la cama era suficientemente cómoda el dormir bien no era algo que conociera desde hace unos meses.

Con toda la pereza me levante, busque ropa interior y camine hacia el baño. Esperaba que al sentir la refrescante agua recorrer mi cuerpo, aquel cansancio desapareciera.

Necesitaba tener la mejor actitud para conservar el empleo no me importaba lo mucho que deseaba salir corriendo, tenía que hacerlo.

Agradecí enormemente que, a pesar de sus múltiples reglas, no estuviese obligada a usar algún tiempo de uniforme, así que me puse una playera blanca de manga corta, pantalón de mezclilla negro y unos converse negros, acomode mi cabello en una coleta, me observé en el espejo e hice lo que pude para sonreír.

Tome los audífonos y mi celular, normalmente me gustaba escuchar música para las actividades que realizaba y dado que estos días mi nivel de estrés estaban más altos de lo normal, deseaba que el sonido de aquellas melodías me ayudara para relajarme.

Me asome por la ventana, lo único que podía ver era el verde pasto y a lo lejos muchos árboles de diferentes tipos. Quizás era lo único que rodeaba la casa, me daba curiosidad dar un rondín para ver que más había, de algún modo me intrigaba la manera en que vivían. Al parecer todo estaba rodeado por árboles, si lo que buscaban era esconderse definitivamente lo lograban ya que ni de chiste hubiese imaginado que alguien viviera en medio de la nada.

Tú puedes Maddison

Puse mi mano sobre el pomo de la puerta, giré para abrir. Con toda la tranquilidad del mundo salí de mi habitación o al menos eso trataba de aparentar ya que por dentro mi corazón estaba demasiado acelerado; recorrí según yo el camino que me llevaría hasta la cocina, era extraño no toparme con nadie, todo lucia tranquilo.

En cuanto llegue a mi destino al igual que el resto de la casa, estaba desierto.

¿Dónde estaba todo el mundo? Si no fuese porque conocía a Sam, Mati, Joe y había visto a aquellos hombres que custodiaban la casa; hubiese jurado que nadie vivía en ella.

Me senté sobre uno de los bancos, recargando mis brazos sobre la barra, enfoque toda mi atención en mi celular para buscar alguna canción que me funcionara como distracción en lo que esperaba a Mati.

Tres canciones después...

—Que madrugadora —por fin la amigable mujer aparecía.

—Eso parece —observé la hora en mi celular, las ocho de la mañana, a decir verdad, no era tan temprano, para mi antiguo trabajo solía despertar a las seis y a pesar de eso desearía mil veces regresara ahí.

—Primero le preparare el desayuno al joven Marcus, debes saber que él es el primero en estar despierto, normalmente sale a ejercitarse —deje mi celular sobre la barra y mi atención fue toda para Mati —Pero bueno, dejemos de charla, te parece si me traes los ingredientes del refrigerador, hay que tener todo listo antes de que regrese —tome nota de lo que necesitaría, en lo que ella se desplazaba por la cocina en busca de utensilios, yo me enfoqué en acomodar todos los ingredientes.

Harina, leche, huevos, mantequilla y diferentes tipos de frutas, se encontraban sobre la barra.

—Tu encárgate de picar esto, yo me encargo de preparar los wafles —obedecí la orden.

Discretamente pude apreciar la forma en que ella hábilmente se desplazaba por el lugar, era como si tuviese aprendido de memoria cada movimiento.

—¿Listo, en qué platos servirá todo esto? —pregunte sin dejar de picar cada fruta.

En manos de la Bestia Where stories live. Discover now