Capítulo 19

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Alexander...

Comencé a hojear los documentos delante de mí, todo estaba esparcido en mi escritorio, me era difícil creer que Maddison hubiese sido capas de mentirme, arrugue la foto que tenia en mis manos, en ella aparecía Maddison con el que ahora se es su esposo, ¡maldita sea! La hice pedazos, todo este tiempo supo perfectamente como jugar conmigo, todo estaba muy claro para mí, ahora lo único que quería era encontrarla y hacerla pagar, jamás perdonaría una traición no me importa herirme a mi mismo, era un hecho que pagaría las consecuencias de sus actos.

Ojalá el maldito alcohol me hiciera olvidarla, pero no, todo era peor, lance otra botella vacía al suelo, ya no tenia la fuerza para levantarme del sillón por otra botella, perdí la cuenta de cuanto tiempo llevaba bebiendo, lo único que quería era seguir encerrado en mi despacho y que nadie me molestara, sin embargo la vida es una maldita mierda, así que me tocaba aguantar a mi amigo Joe, que en cuanto entro y vio mi estado, comenzó a negar.

—Planeas suicidarte con alcohol.

—Largo de aquí— pero el decidió ignorar mi orden, sentándose en uno de los sillones, se quedó observándome con una leve sonrisa en sus labios.

—Jamás creí verte de esa manera, en lugar de Bestia, pareces un manso borreguito, ja, ja, ja, te tomaría una foto en este momento, estoy seguro de que me servirá para más adelante.

—¡Vetea la mierda!

—Gracias, viéndote creo que no me interesa irme a ni un lado.

—¿Qué quieres, Joe?

—Que dejes de actuar como un idiota enamorado, la chica te traiciono, aun así, no es el fin del mundo, levanta tu trasero de ahí necesitas darte un baño.

—Deja de molestarme o te partiré la cara— al parecer sus planes no eran irse.

—No voy a dejar que lloriquees por ella.

—Y tu si pudiste llorar cuando la perdiste a ella— sabia que esta vez había tocado un tema sensible para él, por lo cual sentí un poco de arrepentimiento de haber respondido de esa manera.

—Si lo que buscas es que te parta la cara, créeme lo hare, pero será cuando no estés ebrio— Joe era la única persona que podría patearme el trasero si quisiera y el muy maldito lo sabía.

—Ya deja de molestarme, no estoy de humor.

—Ya veo, aun así, sabes que no dejare de insistir— se levanto del sillón para acercarse a mí —Andando, necesitas darte un baño y dormir un poco.

—¿En donde esta Sam, ya sabe algo de ella?

—Aun no, hable con el hace unas horas, esta en la bodega trabajando con el cargamento de Colombia, en cuanto termine viene para acá.

—Pásame la botella que está ahí.

—No— me tomo de un brazo, para levantarme del mueble, deje de insistir en seguir con mi miseria, me levante y salimos del despacho para ir a mi habitación.

En cuanto sentí como el agua mojaba mi cuerpo, me di cuenta de lo estúpido que fue al beber tanto, no tuve que haberlo hecho.

¿En donde estaba Maddy? ¿Dónde demonios estaban?

Según uno de mis informantes, no estaba con Rod, entonces no entendía donde podría estar, ¡Diablos! De todas las personas que pensé que me traicionarían, por mi mente jamás hubiese pasado ella, quizás lo que más había lastimado mi ego, era que lo había hecho por alguien a quien amaba y ese alguien no era yo...

Sentía como si la cabeza me fuese a estallar y el maldito celular no dejaba de sonar, me levante de la cama para buscarlo y maldecir al hijo de puta que estuviese molestando.

En manos de la Bestia Where stories live. Discover now