Capítulo 11

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Maddison...

Lentamente comencé a abrir los ojos, me sentía débil. Tratando de adaptarme a la luz que se colaba por las ventanas, mis ojos aun pesaban. Me esforcé para que no se cerraran. Intente levantarme, el dolor me hizo quejarme al mismo tiempo que me quede inmóvil al sentir el inmenso dolor muy cerca de mi hombro.

—Gracias al cielo que despertaste —esa era la voz de Sam —Sera mejor que no intentes levantarte —se acercó a la cama. Tomando asiento sobre el borde.

Me encontraba un poco desorientada, la última escena que tenía registrada en mi memoria era de Joe. Sus brazos aferrados a mi cuerpo, suplicándome que no cerrera mis ojos.

¿Cómo había llegado a mi habitación?

—¿Te sientes bien? —mi garganta se sentía demasiado seca —Voy por el doctor.

—No —solté como pude.

—Maddi.

—Necesito un poco de agua —se acerco a la pequeña mesita, en la cual estaba una botella de agua. En todo momento estuvo al pendiente, ayudándome a beber de aquella botella.

—¿Te duele algo? —su cara reflejaba preocupación.

—Estoy bien. Solo estoy algo confundida, no entiendo que... ¿qué ocurrió? —se quedó observándome.

—Oh por Dios, Maddy. Por favor dime que no has perdido la memoria —toco mi frente, tomo mi mano para según él tomar mi pulso, hizo un movimiento con su dedo para que lo siguiera con mi vista —¿Recuerdas quien soy? —asentí.

—Estoy bien. Es solo que no recuerdo muy bien lo que paso, lo último es que estaba con tu hermano y creo el auto volcó —él volvió a sentarse junto a mí.

La preocupación se veía en cada una de sus facciones.

—Tú y Joe se dirigían a tu departamento ¿Recuerdas eso?

—Si, él se ofreció a llevarme.

—Bien. Al parecer alguien comenzó a seguirlos, después a dispar —conforme relataba, mi mente iba reproduciendo imágenes de los hechos —Joe perdió el control del auto y volcaron.

—Aguarda ¿Joe está bien?

—Si, no tienes de que preocuparte. Mi hermano solo recibió pequeños golpes, nada grave —sentí alivio de saberlo —La peor parte te la llevaste tú, creí que no despertarías, nos tenías bastaste preocupados. Dos malditos días en lo que pensé que no volvería a ver esos hermosos ojos —sorprendida por sus palabras, me levante de golpe de la cama, olvidando el dolor quede sentada.

—¿Qué acabas de decir?

—Maddi, no puedes hacer ese tipo de movimientos, puedes lastimarte —ignore sus palabras.

—¿Llevo dos días inconsciente? Sam, responde —el dolor cerca de mi hombro me estaba matando, pero el pánico que sentía era más grande.

No me afectaba aquel dolor, mi cabeza estaba a punto de estallar, estaba metida en un grave problema. Lo único en que podía pensar era que había faltado a mi cita con mi verdugo.

—Tranquila, no creo que se buena idea que te alteres. Recibiste un disparo, ahí —señalo el área de donde provenía mi dolor —Al parecer también al volcar el auto, recibiste un fuerte golpe en la cabeza por ello perdiste el conocimiento, tuviste suerte de que Bestia llegara rápido al lugar. No quiero imaginarme lo que hubiese pasado si no.

—Aguarda ¿Por qué no me llevaron a un hospital? —puso sus ojos en blanco, como si fuese obvia la razón.

—Maddy. Al llevarte a un hospital, la policía estaría involucrada, comprenderás que eso no nos conviene —un sinfín de preguntas rondaron por mi cabeza, todo seguía siendo confuso.

En manos de la Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora