Capítulo 4

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Maddison...

Todo se había ido al carajo. Él sabía quién era yo y la razón por la que estaba en su casa, solo me quedaba resignarme a cualquiera que fuese mi castigo.

¡Maddison reacciona!

Tarde en asimilar lo que estaba ocurriendo, sus labios unidos a los míos; su boca tomando el control de la situación, su lengua invadiendo mi interior sin permitirme reaccionar. Me estaba besando de una manera posesiva y sería una enorme mentira decir que no lo disfrutaba.

Me reprendí.

—Qué demonios —puse mis manos en su pecho y con todas las fuerzas que pude lo alejé de mí.

Con cinismo me sonrió, el muy maldito se había aprovechado de la situación, no permitiría que se burlara de esa manera de mí. Estaba furiosa por ello.

Levante mi mano para estrellarla contra su mejilla.

—Ni siquiera lo intentes — detuvo mi mano con fuerza deteniendo lo que estaba a punto de hacer.

—Eres un... ¿Cómo te atreves a besarme? ¿Quién demonios crees que eres? — me deshice de su agarre.

No decía nada, al contrario, comenzó a reír como si fuese yo un payaso. Mi enfado aumento, deseaba borrar esa estúpida sonrisa.

De lo que tenía completa seguridad era de que el tipo era loco.

—De verdad crees que soy tan idiota como para creer toda esa farsa de que llegaste aquí por casualidad — respiré con dificultad.

Él había descubierto la razón por la que estaba en su casa, pero había algo que aún no entendía y era el motivo de su beso.

—No sé de qué hablas —sentí unas enormes ganas de correr lo más lejos posible, mis pies amenazaban con dejarme caer; haciendo lo posible por no caer en su juego quise voltear las cosas —Porque mejor no dices la razón por la que me besaste.

—Jajaja —su carcajada resonó en toda la habitación —Deberías dejar de fingir —no tenía escapatoria, por más que actuara con valentía mi destino estaba escrito y no era para nada lindo.

Luche para no llorar, fue inevitable ya que mis ojos fueron invadidos por lagrimas —¿Acaso olvidaste cómo hablar? —sin gentileza alguna, colocó su mano sobre mi barbilla haciendo que levantara mi cara para mirarlo —Te he dado la oportunidad de hablar, veo que no estás dispuesta a cooperar. Acaso has venido para vengarte por haberme ido sin decirte nada, acaso sigues enamorada de mí y por ello hiciste lo imposible hasta encontrarme —mi cabeza era un completo caos, sus palabras me confundían aún más.

¿De qué demonios hablaba?

La intensidad de su mirada no se alejó de mí, esa hermosa mirada que de alguna forma parecía familiar; ese hermoso color de ojos.

Recuerdos de aquel chico alegre llegaron a mi memoria. Parpadeé un par de veces dejando salir aquellas lagrimas retenidas. Todo se reproducía en cama lenta, aquel hombre delgado, alto, amigable, todos aquellos momentos azotaron mi presente.

Cerré los ojos como si eso fuese a borrar lo que estaba pasando.

—Te prometo que siempre estaremos juntos, cuidare de ti... jamás dejare que nada te pase.

Aquellas palabras que por tanto tiempo me atormentaron, las odiaba. Sacudí mi cabeza, tratando de que aquel recuerdo se fuera.

No, no. Comencé a negar, él no podía ser —¿Alexander? — su sonrisa me lo confirmo.

Me dolía saber que delante de mí tenía a aquel chico que había desaparecido de mi vida hace muchos años. Todo comenzaba a tener sentido, aquel descubrimiento me estaba matando, darme cuanta él porque había sido yo la que...

En manos de la Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora