Capítulo 24

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Alexander...

La casa estaba prácticamente vacía, Joe había salido con Matti, el resto del los empleados desconocía en dónde estaban y no me interesaba. Después de mi pequeña discusión con Maddi, me había encerrado en mi despacho, lo único que quería en ese momento era estar solo.

Llevándome la botella a la boca, lo amargo del líquido no me causaba nada, esperaba que si bebía lo necesario, me ayudaría a olvidarme un poco de todo, para mi desgracia parecía tener el efecto contrario. Entre más bebía, más recordaba lo malditamente miserable que me sentía.

Seguía solo, tratando de ahogar mis penas en alcohol, pero al parecer ni eso podía hacer bien, la puerta se abrió de golpe, no me importó, seguí con la mirada en el suelo, lo único en que podía pensar era en todas las palabras de ella, en lo mucho que me odiaba.

—¿De verdad piensas estar así siempre?— quise ignorarlo.

—No molestes.

—Se lo que estas pasando y solo puedo decirte que esto no es sano para ninguno de los dos.

—¿Y qué propones?

—Déjala ir— reír, aquellas palabras me hicieron reír, no sabía si por la cantidad de alcohol que corría por todo mi cuerpo, pero comenzaba actuar como un completo loco.

—Sabes que no puedo.

—Bien, entonces el plan es emborracharte para ver si te ayuda a olvidar y dejar que todo se vaya a la mierda— odiaba que Joe actuara de esa manera. Lo que mas me fastidiaba era que tuviese razón.

—¿Quieres saber qué es lo que más me duele? — no espere respuesta —Si tan solo el fuera mi hijo, quizás sentiría el mismo dolor que ella, pero no, no puedo saber lo terrible que la está pasando, solo puedo sentirme miserable porque le arruine la vida. Soy el hijo de puta que la arruine.

—No fue tu culpa, ambos sabemos que solo hay un culpable y lo va a pagar.

En una parte Joe tenía razón, haría pagar a Rod por todo lo que había hecho, aún así la culpa no me dejaría.

—¿Cómo te fue con Mati? — quizás cambiar de tema era lo mejor.

—Pasamos un rato con Sam, ya sabes quería dejarle flores, después la lleve al supermercado, de hecho, acabamos de llegar.

—Bien.

Me quede en la misma posición, Joe sentado delante de mí, observando mis movimientos, juzgándome en silencio, mientras yo trataba de terminar con todo el líquido de la botella.

—Joven Marcus— ambos giramos a la puerta, Mati acababa de llegar.

—¿Qué sucede?— dije sin ánimos.

—Maddi— en cuanto escuche su nombre me levante del sillón.

—¿Qué pasa con ella?

—Llevo más de quince minutos insistiendo para que abra la puerta y no obtengo respuesta, perdón si lo molesto, es solo que estoy preocupada.

—Tranquila Mati, ahora vamos— esta vez era Joe quien hablaba.

Los tres salimos, a pesar de que me encontraba algo mareado por beber, no estaba lo suficientemente alcoholizado como para no poder andar.

Al llegar a mi habitación, la puerta estaba cerrada, insistentemente tocamos, no obteníamos respuesta alguna, comencé a ponerme nervioso, normalmente ella me mandaba a la mierda o azotaba algo, pero jamás permanecía callada.

—Algo no anda bien— dijo Joe.

—Mati vez a mi despacho por las llaves— ella de inmediato siguió mis órdenes.

En manos de la Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora