Capítulo 20

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Addy...

Me sentía asfixiada, desconocía cuanto tiempo llevaba dando vueltas, incluso el maldito dolor en mi estomago había pasado a segundo término, en cuanto se fue Rod, fui encerrada en un maldito cuarto, sin poder hacer nada más, solo podía dar vueltas como loca, por mas que trataba de calmar mis miedos, era algo imposible, no podría estar tranquila hasta no tener la certeza de que él estaba bien.

Un paso más y por poco la puerta queda estampada en mi cara, ya que uno de los gorilas de Rod la había abierto.

—¿En dónde está Noah? — me asome detrás de él, pensando que tal vez estaba ahí, mi decepción fue enorme al darme cuenta que solo estaba él.

—Ya te dijo el jefe que van a traerlo, ahora quédate aquí.

—¿A dónde más podría ir? Me tienen encerrada, idiota.

—Deberías tener cuidado de cómo me hablas— el tipo se acercó a mí, la manera en que lo hizo, me intimidó más de lo que me hubiese gustado.

—Lo siento— el muy idiota sonrió, al parecer le gustaba causar miedo. Aventó una bolsa en el suelo.

—Eso te servirá— señaló la bolsa, para después salir, obviamente cerrando con seguro la puerta.

Me acerqué para ver el contenido de la bolsa, había gasas, alcohol, agua oxigenada, pomada, lo necesario para curar la herida de mi labio, mi estómago me dolía de manera infernal, el maldito de Rod me había pegado con fuerza.

Humedecí el algodón con alcohol para poder pasarlo por mi mejilla, en cuanto toque mi labio, me ardió, mierda, si tuviera la posibilidad de matar a ese bastardo, juro que lo haría.

Necesitaba salir ¡ya!... No aguantaba ni un segundo mas encerrada, mucho menos sin saber que ocurría, tenia que haber pasado algo, solo esperaba que el maldito de Rod no estuviera jugando conmigo, él me había dado su palabra y aun tenia la esperanza de que la cumpliera.

La puerta volvió a abrirse, de inmediato me levante del piso, estaba por irme a los golpes con el maldito hombre intimidante, pero ya saben como es la vida, le gusta dar sorpresas y vaya que la que me lleve era enorme, jamás creí que el estuviese delante de mí.

—¿Qué haces aquí?

—Vine por ti.

—Estás loco— entro cerrando la puerta sin hacer mucho ruido.

—Te dije que te ayudaría.

—Van a matarnos si nos descubren.

—Te aseguro que estaremos bien— tomo mi mano, dándome un leve apretón —Déjame hacer esto por ti, todos cometemos errores, sé que eres una buena persona y te mereces todo lo maravilloso que tiene la vida— sus palabras me hicieron llorar, no comprendía el por que se arriesgaba tanto por mí.

—¿Qué es lo que quieres a cambio? — se que mi pregunta lo decepciono por la cara que puso, sin embrago en sus planes no estaban darse por vencido.

—Mentiría si dijera que nada, pero lo que quiero es algo imposible, aun así, me conformo con el hecho de que aceptes mi buena voluntad.

—Me es difícil de creer, ustedes están acostumbrados a hacer este tipo de cosas para conseguir lo que quieren, mírame estoy pagando por ello, así que lo volveré a preguntar ¿Qué es lo que quieres? Dímelo o márchate.

—Ya te lo eh dicho, lo que quiero le pertenece a otro, por ello solo te pediré que aceptes mi ayuda, no voy a obligarte a amarme, solo acéptala y dame la satisfacción de qué con ella estarás mejor, eres mi amiga Maddi y te aseguro que solo quiero eso, ayudarte.

En manos de la Bestia Where stories live. Discover now