𝙴𝚕 𝚂𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊 [camren]

☾︎ 𝙸 ☽︎

–¡Camila! —gritaba Sinuhe, a la muchacha, quien ya hacia acostada con su celular, en su habitación—.¡Karla, ven acá! —dijo la señora perdiendo toda la paciencia.

La joven tiró el celular al colchón y bufó. Bajó las escaleras con prisa y un tanto enfadada. Mientras tomaba su cabello suelto en una coleta alta.

—¿Qué ocurre? —preguntó molesta e irritada a su madre, Sinuhe Cabello. —¿Qué es tan importante, mamá? — rodó los ojos.

—Tú padre está enfermo, Karla.—respondio Sinú, mientras le daba la espalda para terminar de preparar la sopa, que sería parte del almuerzo.

'Karla' mote por el cual le decía su madre, padre, hermana, o cualquier amigo o familiar, al momento de enseriarse en una situación.
Era como el punto de referencia, la pizca para saber que hablaban enserio, y fuera de juegos.

Lo que hizo que Karla Camila, se enfriase un poco y con algo de temor, preguntase:

–¿En serio? –su madre asintió mientras revolvía la comida.– ¿Qué es lo que le pasa, mamá?

–Pues a ciencia cierta no lo sé, mija–susurró con preocupación– El doctor Felipe, vendrá esta misma tarde para chequearle. Pero por los momentos nos dejó esto...– Le entregó a su hija un recipe médico, con unos garabatos un tanto inentendibles. – Es para que le baje la fiebre a tu padre Alejandro.– finalizó.

– Está bien, mamá. Bajo en cinco para ir a comprarlos...– susurró Camila asintiendo lentamente, para luego caminar a paso rápido hacia las escaleras, para subir a su habitación de nuevo.

Se puso unas converse clásicas, su típico blue jeans, y su sudadera blanca, con estampado de un Sol y una Luna.
Soltó su cabello y dejó la liga en su muñeca izquierda, puesto si hacía mucho calor, volvería a tenderse su coleta alta.

Se miró al espejo satisfecha por como se veía, y sin preocuparse de maquillar su rostro, tomó su celular y las llaves, y posteriormente bajó de nuevo.

Su madre, Sinú, le entregó la tarjeta y un par de dólares extras para comprar, y le tendió obviamente el recipe, que tenía escrito lo que iba a llevar.

–Suerte, mija. –se despidió Sinú, con melancolía, viendo a Camila salir por la puerta a paso decidido.

Luego que cerciorarse que su hija estaba lejos de la entrada de la casa, caminó hacia la habitación de su esposo, Alejandro.

–Hola, querido...– saludó conmovida al ver a su esposo recostado viendo televisión.

–Hola, amor. ¿Dónde están las pequeñas? – preguntó su esposo, refiriéndose a sus dos hijas: Camila y Sofía.

–Sofi está por llegar de la casa de Hannah, y Mila acaba de salir a la farmacia.– susurró.

– Pero yo estoy recuperado, Sinú. Me siento realmente bien, y no tengo que hacer más que guardar reposo.– respondió preocupado, comenzando a ponerse nervioso.