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– Entiendo Jo-Joregui... – suspiró anotando el nombre extraño de la chica.

– "Jauregui." –repitió la ojiverde. – "jota, a, u, ere,..."

– Sí, entiendo... –cortó seca– Jauregui. –pronunció correctamente.

– "Eh..."

– ¿Te llamo luego? –preguntó Camila rápidamente.

– "Cuando quieras..." – susurró la ojiverde, antes de cortar la llamada, levantando sus hombros, aunque no pudiese verla.

Jauregui.

Era bastante extraño ese nombre, pero no encontraba algún otro que se le adapte totalmente bien, como aquél a la ojiverde.

Jauregui.

Sonaba a apellido.
Era extraño, extraño como ella, su nombre encajaba perfectamente a la chica y a todas sus perspectivas.

Era linda.

Y su nombre era lindo.

Camila se tiró en la cama y suspiró.

Luego de un par de pensamientos de más, durmió plácidamente esa noche.


***************

– ¡Camila! – una voz femenina comenzó a colarse en su mente, mientras el sueño y Morfeo se encargaban de atarla en aquella cómoda cama. – ¡Camila! –volvió a llamar, poco a poco se fue haciendo más clara. Como en un click, todos los recuerdos volvieron a su mente. La llamaba Sinú, igual que el día anterior. Abrió los ojos con dificultad y  los rodó cansada, para volverlos a cerrar.

Prefirió relajarse y dormir un poco más aquella mañana.
Pero, el grito llamando su nombre, se volvió a colar en su mente.

Abrió lentamente sus órbitas cafés, y los fuertes rayos de sol la hicieron achinar sus ojos.

Luego de unos minutos, miró su reloj y a su vez, la fecha de ese día.

19 de Mayo, Lunes.
7:34 AM

Se levantó suavemente y fue al baño, hizo su rutina diaria de aseo, y se vistió.

Optó por unos vaqueros negros sueltos, y una blusa gris. Acompañada por sus zapatillas, y su chaqueta abierta, por si hacía frío.

– Buenos días... – saludó a su familia, quienes estaban en la mesa desayunando tranquilamente.

– ¡Flaca! – saludó su padre en respuesta. Sofía y Sinú, decidieron sólo sonreír en respuesta.

Camila corrió a los brazos de Alejandro Cabello y lo abrazó.

– ¿Cómo amaneces, padre? –preguntó la joven con una pizca de preocupación en la mirada y voz.

– Totalmente bien, Camila. – le sonrió dulcemente. A lo que Camila contestó con un fuerte abrazo, donde dejaba su preocupación fuera.

—¿Estás viva, Camila? —preguntó Sinú con una sonrisa—¿O tenías el sueño muy pesado? Recuerda que hoy tienes que ir a la universidad.

Camila sólo asintió y se sentó en la mesa junto a los Cabello.

Así fue el desayuno en la casa de los Cabello: en silencio, pero no incómodo.

– Ten... – Sinú le entregó a Camila unas tres píldoras. Antes de que su hija la fuese a preguntar, le respondió con lo mismo de anoche. – Vitaminas. —también le tendió unas a Sofía, pero estás eran diferentes.

𝙴𝚕 𝚂𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊 [camren] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora