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—¿Qué harás ésta noche?—preguntó Camila esperanzada, rompiendo el abrazo, mirando a la ojiverde a los ojos...

—Trabajar...—sonrió triste mientras tomaba su cabello y lo echaba para atrás con su mano derecha, haciendo sus acostumbradas ondas.

—Entiendo... ¿Quieres te lleve a casa al salir?—preguntó esperanzada de nuevo, cruzando sus dedos.

—Oh, eso me encantaría...—sonrió—¡Gracias!—agradeció Lauren.

Al cabo de unos minutos más, sonó el molesto timbre que avisaba las clases.

Lauren acompañó a Camila a su aula y se despidió de ella con un beso en la mejilla.

—Te veo a la salida...—sonrió.

—Te veo en mi auto.—aclaró Camila y dió media vuelta, entrando al salón.

Luego Lauren tuvo que correr hasta su clase, pero lo logró, llegó a tiempo.

Llegó sonrojada, algo agitada y bastante feliz y emocionada.

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Dinah Jane estaba apoyada en su auto, puesto que ya el mecánico se lo había entregado, era un Aveo blanco 2012, y estaba aparcado al lado del Renault gris de Camila.

Dinah Jane estaba apoyada en su auto, puesto que ya el mecánico se lo había entregado, era un Aveo blanco 2012, y estaba aparcado al lado del Renault gris de Camila

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Cuando la alta Polinesia divisó la figura de la latina aproximarse a pasos rápidos a su auto, se le acercó.

—¡Hola, Mila!—sonrió su mejor amiga—¿Planes para hoy viernes? —preguntó interesada.

—Pues sí, eso creo...—carcajeó mientras ella también se apoyaba en el Renault 2013, enfrente de Dinah, esperando a Lauren.

—Oh, por Dios. Ya me lo imagino...¿A qué hotel te llevará Jauregui?—preguntó en una risa.

—¡A ninguno, Dinah! ¡Vaya mente la tuya! —rodó los ojos— A demás, hoy trabaja, planeo llevarla a su casa en cuanto llegue hasta acá. La estoy esperando.

—Wow, entiendo...—sonrió— No la conozco totalmente, Mila; pero se ve que es buena chica... Espero que no me equivoque.

—Yo también creo que es buena, y sé que no nos equivocamos...—asintió tragando saliva.

Mientras tanto, en otro lugar, Lauren buscaba desesperadamente un pequeño frasco en su bolso.

—¿Pasa algo, Lauren? —preguntó Clay, un chico de su clase de derecho.

—No, no es nada...—dijo algo agitada y entrecortada.

Buscó y por fin dió con el frasco, su corazón latía demasiado rápido y por momentos se frenaba, latía acelerado de nuevo y se volvía a parar.

...Y sí, esos eran síntomas graves para alguien con la enfermedad que la ojiverde tenía y ocultaba.

Arritmia.

𝙴𝚕 𝚂𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝙻𝚞𝚗𝚊 [camren] Where stories live. Discover now